Dice mi señora que sólo acierto en mis pronósticos cuando son completamente disparatados, así que me permitirán el desahogo de recordar aquí que, en octubre de 2002, tuve las santas narices de pronosticar el revolcón electoral del domingo pasado. El que no se lo crea puede consultar las hemerotecas.

El artículo, publicado en esta misma página, se titulaba ZAPABAMBI, y atribuía al bellotahari Ibarra una maldad que --luego me corrigieron-- nació de la viperina lengua de Alfonso Guerra. El malvado Alfonso habló de la oposición de Zapatero como "una oposición tipo Bambi", y los más fieros hooligans del PP acogieron la broma con euforia. Llamaban Bambi a Zapatero y se mofaban de él en privado y a veces en público, y siempre le gritaban en el hemiciclo "no sabe, no sabe".

Escribí entonces lo siguiente: "Seguro que no se quedaron hasta el final de la película. De haberlo hecho, sabrían que el torpón cervatillo acaba hecho un ciervo de tomo y lomo, dueño de una cornamenta --con perdón-- de cuidado, capaz de espantar a los perros que amenazaban a su cervatilla, de salvar a sus colegas durante un incendio y de convertirse, finalmente, en el Rey del Bosque. La última imagen, con la silueta majestuosa de Bambi recortada sobre la roca más elevada, debería hacerles pensar".

Los griegos decían que, cuando los dioses quieren la perdición de un hombre, se limitan a cegarle inoculándole la soberbia. Hay que leer a los clásicos y quedarse hasta el final de las películas.

*Periodista