Que un equipo solo haya sido capaz de ganar seis partidos en 23 jornadas no se puede explicar únicamente por una razón sino por una concentración de razones. Calidad insuficiente, problemas con el gol, irregularidad, discontinuidad en el juego, fragilidad defensiva, excesivos errores individuales… La suma de todo es la consecuencia: el equipo está anclado en la parte baja.

Efectivamente el Zaragoza tiene un problema con el gol. Solo Borja ofrece garantías: ha hecho nueve tantos y ha dado tres asistencias (el gallego está implicado directamente en doce de los 25 a favor totales). El resto está muy por debajo de las expectativas, delanteros suplentes y segunda línea incluidos. Era algo previsible por el perfil de los futbolistas de ataque, más otra cosa que relacionados con el gol.

De ahí la suma importancia que tenía armar un bloque muy férreo en defensa. Pero el entrenador no lo ha logrado por el momento y los jugadores tampoco están ayudando. En los dos goles del Granada fallan consecutivamente Zapater y Grippo en el primero, y Zapater, Alberto Benito por excesiva parsimonia en la reacción y Cristian en el segundo. Unas situaciones que se repitieron con otros protagonistas en otras acciones de peligro, habituales este año. Falta rigor defensivo colectivo, pero también individual.