El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha encontrado en la 59 Asamblea General de la ONU la oportunidad de explicar a la opinión pública mundial el giro de la política exterior española. De decir que España ya no está en línea con el trío de las Azores que calificó a la ONU de irrelevante e impulsó una guerra ilegal justificándola con falsedades.

Zapatero defenderá hoy, en cambio, la necesidad de respetar la legalidad internacional y de que el juego diplomático no se limite a obedecer el dictado de la única gran potencia, sino que se efectúe dentro de las reglas del multilateralismo. Además, prefiere formar parte, junto con Brasil, Francia, Chile y la propia ONU, de un quinteto contra el hambre que intenta recordar al mundo cuál debería ser su prioridad y que asume compromisos firmes. Y predicó con el ejemplo al poner fecha a la tantas veces postergada promesa de dedicar el 0,7% a la ayuda para el desarrollo.

Hace un año, en el mismo sitio, Aznar simplificó hasta el límite el discurso contra el terrorismo al sentenciar que sólo importaba su persecución, no las causas. Afortunadamente, el mensaje hoy es otro: resultará imposible lograr un mundo más seguro si no se avanza hacia un mundo más justo.