Los ayuntamientos abrieron hace 25 años sus puertas a los ciudadanos como espacios libres. Ayer se celebró el aniversario de las primeras elecciones, fecha redonda que sirve para hacer memoria, desempolvar fotos, realizar exposiciones retrospectivas y preguntarse por la vida que llevan ahora algunos de aquellos protagonistas de la transición municipal. Hoy contamos en un suplemento cómo en el último pleno de Zaragoza, bajo la vara del alcalde accidental Alfonso Soláns, se aprobaron nada menos que cien temas en tres minutos. Se trataba de salvar al menos parte de los restos de un naufragio anunciado. Tras los resultados de las urnas, PSOE , PCE y Partido del Trabajo de Aragón (PTA) --SáinzBorrásPolo-- se unieron en un giro histórico de fuerzas progresistas. Un cuarto de siglo después, la izquierda se ha hecho otra vez con el timón en Zaragoza, gracias a otro pacto, esta vez entre socialistas y nacionalistas, que tiene que dejarse sentir en asuntos concretos.

Con la eclosión de grandes proyectos sobre el papel, existe el peligro de descuidar lo pequeño. Lo macro se está comiendo a lo micro. El futuro tecnológico cobra relieve a costa de un presente más precario. Tres exposiciones nos recuerdan cómo éramos antes; nos encontramos con la topografía de las acequias que había que sortear, los matojos que nos salían al paso, el color gris de casi todo. Ahora hemos dado un salto, pero llega el momento de reforzar acciones concretas apartadas por la Zaragoza virtual, la Zaragoza de palabras, con túneles de acceso, tranvías, funicular, millas digitales, recogidas selectivas, barrios ecológicos. Ocurre que frente a un futuro de la leche, la máquina quitachicles debe emplearse a fondo en Independencia (seguimos con los hábitos de siempre), aunque el prometedor edificio de Daniel Olano en el Coso vaya asomando sobre la tela, con su ausencia total de ejes, su atractivo mar revuelto de ventanas verticales.

La Expo del 2008 está muy bien, pero sin olvidar causas menudas. Los futuros barrios verdes dan otra imagen, pero mientras tanto centenares de árboles llevan aquí una vida perra. Vemos sobre el plano una ciudad mejor, pero en las encuestas de calle los usuarios se quejan del bus. Dentro de 25 años celebraremos los 50 y esperemos que para entonces ya no estemos hablando de las riberas del Ebro o del Puente del Tercer Milenio (o quizá del Cuarto).