Si algo tiene el Zaragoza de Víctor Muñoz es carácter competitivo. Lo demostró en marzo pasado al conseguir la Copa frente al Real Madrid y lo ratificó el martes en Valencia al alzarse con la Supercopa. Frente a dos rivales de contrastada solvencia, el equipo aragonés se mostró dominador, seguro de sí mismo y fiel a un esquema de juego. Es pronto para soñar, pero si el Zaragoza no pierde las formas mostradas en el partido de Mestalla, el teóricamente asequible calendario de las primeras jornadas de Liga puede colocar al equipo en situación franca para firmar una temporada brillante. No hay que lanzar las campanas al vuelo, porque aún quedan manifiestas lagunas por resolver, pero el bloque de Víctor puede deparar muchas alegrías en una campaña 2004/2005 que debe ser más tranquila para la afición que la última. Sólo que para ello se necesita regularidad, máxima capacidad de concentración y ambición, mucha ambición.