El día grande de Zaragoza es un buen momento para mirar hacia el futuro más inmediato de la capital aragonesa. La ciudad vive un momento en el que sigue siendo un polo de atracción empresarial dada su ubicación y sus buenas infraestructuras, pero quizá falta pensar un poco más en los vecinos que día a día viven en ella. Su dimensión parece la adecuada en la actualidad, por lo que el ayuntamiento, fundamentalmente, debería apostar por mejorar la calidad de la ciudad consolidada mediante la rehabilitación, la reforma de sus espacios, el perfeccionamiento de sus servicios básicos, la pacificación de su tráfico y la modernización de la movilidad. Es la clave de una ciudad que no puede hacer grandes inversiones públicas, porque tiene muchas deudas y lo que debe consolidar es su buena imagen de ciudad bonita y moderna que atrae a los forasteros. Aunque la cultura siga siendo su asignatura pendiente.