De la Barcelona pre-olímpica se decía que vivía de espaldas al mar. Y que, gracias a la Olimpíada del 92 y a las reformas del alcalde Maragall, se abrió al Mediterráneo, del Port Vell a la Barceloneta, recuperando la presencia del mar e impulsando el turismo.

De la misma manera podría decirse de Zaragoza que vive de espaldas a sus paisajes.

Tenemos excusa. Como no hemos celebrado aún Olimpíada alguna, tampoco se ha dado la oportunidad para solucionar este problema... Bromas aparte, y para ser positivos, la Expo 2008 contribuyó a recuperar el río Ebro a su paso por la ciudad. Los nuevos puentes, las riberas, el azud implicaron fuertes inversiones y un paso adelante que, sin embargo, no ha tenido continuidad, pues nada más se ha hecho desde entonces. El exalcalde Santisteve no diseñó nada nuevo para el Ebro y el actual equipo de Azcón, en el que se echan en falta expertos medioambientales, tampoco parece ir a reservarnos ninguna sorpresa.

Una ciudad egocéntrica y compacta en su reducido concepto de capitalidad

Entonces, ¿en el medio ambiente no habrá novedades durante esta legislatura para una Zaragoza compacta y egocéntrica en su reducido concepto de capitalidad, y que vive al margen de sus barrios rurales y de los paisajes y hábitats naturales que contienen?

Muchos zaragozanos siguen desconociendo por completo que tienen el privilegio de vivir en un geosistema extraordinariamente rico, el del valle del Ebro, con sus galachos y desiertos, sierras y páramos, con una enorme riqueza patrimonial y una diversidad en fauna y flora que para sí quisieran otras muchas capitales españolas.

Poner en valor esas tierras y paisajes, facilitar su conocimiento y acceso, promover su conservación y disfrute deberían figurar como obligados adagios en el frontispicio de una capital, Zaragoza, que lo iba a ser del mundo fluvial, de las políticas hidráulicas, del futuro mundial del agua, del clima, de las energías renovables, pero que, por falta de planificación y de ambición ni siquiera mira hoy a sus barrios rurales, en pie de guerra, como se pudo comprobar en la Cincomarzada, por sus penurias y olvidos.

Medio ambiente: el futuro.