La semana se ha saldado con un jaque a un macroproyecto empresarial privado: Torre Village, el outlet que ya se está levantando (un 70% de construcción hecha) en la antigua fábrica de Pikolín, en la carretera de Logroño. El Tribunal Superior de Justicia de Aragón (TSJA) dice que el plan especial que aprobó el Ayuntamiento de Zaragoza para llevar a cabo los planes de la empresa Iberebro no es legal porque convierte en uso comercial dominante unos terrenos que deben ser industriales aunque admitan algún uso comercial. Lo que hay que hacer es, dice la sentencia, cambiar el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). Y esa es la clave. Una ciudad moderna, activa, que ha tenido una transformación tan grande en los últimos quince años no puede seguir teniendo unas normas urbanísticas que datan del año 2001. Hacer apaños puntuales, según necesidades, en el plan general es rápido, pero a la larga, malo para la ciudad y, como en el caso de Torre Village (y otros muchos anteriores) caro y más largo.

Es un hecho que Zaragoza debe quitarse de la cabeza aquel sueño de llegar al millón de habitantes. Vamos creciendo muy despacio y la ciudad debe ir avanzando, pero ese fenómeno de crecimiento alto de las medianas y grandes ciudades se está frenando en Europa. Es un hecho. Pero eso no es excusa para mantener un PGOU anticuado aunque solo sea porque se elaboró antes de la llegada del tren de alta velocidad (AVE), con las transformaciones que se hicieron en la capital, y sobre todo después de la Expo del 2008, que todavía cambió mucho más zonas de desarrollo de la ciudad. Sencillamente es un plan que hay que actualizar y debería ser la próxima corporación municipal salida de las urnas del próximo 26 de mayo quien iniciara esta tarea. Bien sea de cambio del actual Plan General o de elaboración de uno nuevo. Es cierto que los trámites son excesivamente largos y que la fundada sospecha de que no vaya a haber mayorías claras en el próximo pleno del Ayuntamiento de Zaragoza obligará a la búsqueda de tantos consensos que será una ardua tarea. Pero hay que hacerlo. Aunque el trabajo dure más de un mandato municipal.

Porque con el outlet de Pikolín, como con otros muchos ejemplos que hay en el urbanismo zaragozano más reciente, el urbanismo a la carta, dirigido además hacia determinada parte de la sociedad zaragozana, no sirve. Ni es bueno.

Modificar el PGOU con un plan especial es una maniobra torticera porque no hay que focalizar en zonas y proyectos concretos, sino que lo que hay que hacer es encarrilar un modelo global de ciudad. Y más en el urbanismo. Eso es lo que dará más vida a Zaragoza. Y eso es lo que falta en muchos grupos políticos.

Deben aprovechar los partidos la futura campaña electoral municipal para explicar a los zaragozanos hacia dónde iría su propuesta de ciudad para los próximos años (que por supuesto no debe ser solo de cuatro años) y la clave pasa por otro Plan General.

Eso si, mientras tanto hay que dar una salida al conflicto abierto con Torre Village. Hay que buscar salidas razonables que minimicen los daños que pueda generar una sentencia como la del TSJA. Porque la empresa estará en su derecho de pedir indemnizaciones si al final se trastocara su proyecto que ha empezado a hacerlo con todos los papeles en regla.Hay que buscar soluciones factibles. Hay que tener en cuenta que los partidos que facilitaron el plan especial que ahora ha tumbado la Justicia lo hicieron basándose en unos informes elaborados por los técnicos. Un detalle importante. Aunque en cualquier caso el ayuntamiento de la capital debe eesolver pensando que, según y como, puede resultar una decisión gravosa para las arcas de Zaragoza. Para todos los zaragozanos, más bien.

Lo malo sería que todo quedara en un extraño limbo como está el hipermercado de la plaza Utrillas de Zaragoza, después de una sentencia contraria a su puesta en marcha, porque lo peor que le puede pasar a una ciudad como Zaragoza es que el urbanismo se ordene sin respetar las normas básicas y fundamentales. Y a partir de ahí, pensar en esas nuevas normas urbanísticas que aclaren hacia dónde debe ir la ciudad en todos los aspectos, también en el comercial. Porque a lo mejor el modelo de comercio está en fase de cambios, donde los centros comerciales pierden fuelle en favor de las ventas on line y los cogollos de las ciudades.

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