La Zaragoza ilustrada sigue siendo una gran desconocida para muchos aragoneses. No así para el historiador Domingo Buesa, que la conoce bien, como sin duda acredita en La tarde que ardió Zaragoza, su nueva novela inspirada en el llamado Motín de los broqueleros (1766).

En sus páginas, Buesa nos invita a sumergirnos en la Zaragoza del siglo XVIII, una ciudad variada y rica, con abundantes tipos urbanos, sustrato de población rústica, floreciente burguesía, militares, tribunales y jueces, órdenes religiosas y frailes como el capuchino Inocencio, encargado de asistir a la acción novelesca y vivir experiencias tan intensas e interesantes como representativas de aquella ciudad culta y en buena parte secreta, que la pluma de Buesa irá desvelando ante nuestros ojos, desde el polvo de sus calles a las azoteas llenas de jaulas con palomas mensajeras.

Una Zaragoza en la que reinaba, como el gran señor que fue, el canónigo Ramón de Pignatelli, miembro de aquel llamado partido aragonés que tanta fuerza tuvo en la corte de los Borbones, con Roda, Aranda y otros próceres encaramados a la cúpula del Reino. Junto al detallado y sugerente retrato que de la figura de Pignatelli dibuja el autor, otros personajes reales, históricos, como Goicoechea, Martín Zapater o el propio Francisco de Goya van ocupando su lugar en la trama. Inspirada, entre otros elementos circunstanciales, por una intriga de corte social, un movimiento de protesta popular provocado por la crisis económica, el hambre, la miseria y la inflación del precio del trigo y de los alquileres de las viviendas.

Una novela bien escrita, con prosa minuciosa y cuidada, y exhaustivamente documentada en sus aspectos históricos, que nos traslada con naturalidad a mediados del siglo XVIII para esforzarse con éxito en reflejar y describir cómo hablaban, sentían, conspiraban o se divertían aquellos zaragozanos que, por un lado, tan lejos de nosotros siguen en el tiempo pasado, para, sin embargo, lograr asomar al presente, gracias al hechizo de la ficción, muchas de sus ideas, propuestas, debates y deseos. Del exterminio de los gitanos a la construcción de la plaza de Toros o a la juventud rebelde de Goya, La tarde que ardió Zaragoza nos aportará enseñanza, entretenimiento y luz.