Zaragoza siempre se ha distinguido por un moderado consumo de agua. A partir de la concienciación que supuso la Expo del 2008, la diferencia con las medias de otras ciudades se hizo más evidente, con descensos sucesivos. Ahora, con los datos del 2017 se ha recuperado la mejor cifra de los últimos 17 años y eso a pesar de que en el 2016 se produjo un repunte del 3% al que los técnicos todavía buscan explicación. De cualquier forma, la capital aragonesa es referente de una sociedad muy mentalizada con un consumo sostenible de un recurso limitado. Hay que seguir así.