El presidente de Renfe, Isaías Táboas, confirmó ayer en una entrevista concedida a EL PERIÓDICO, que dos de los cuatro trenes AVE que circularán a diario entre Madrid y Barcelona tendrán parada en Zaragoza. De este modo se cumplen las previsiones del Ministerio de Fomento y se disipan las sospechas infundadas de algunos sectores y partidos que en Aragón denunciaron antes de tiempo que este nuevo modelo pasaría de largo por la comunidad autónoma. Con precios competitivos en una alta velocidad que en sus casi 17 años de vida ha tenido una altísima ocupación y un elevadísimo grado de eficiencia, el AVE de bajo coste permitirá acceder a este servicio con unas condiciones más asequibles.

Zaragoza será la única parada intermedia de estos trenes, que competirán directamente con el puente aéreo entre Madrid y Barcelona. De este modo, se quedan fuera del proyecto dos ciudades aragonesas que también tienen AVE y que reclamaron, aun siendo conscientes de la dificultad, alguna parada. Estas dos localidades son Huesca y Calatayud, que tendrán que conformarse con seguir teniendo alta velocidad con precios caros.

Parece lógico que para la compañía este nuevo servicio tenga pocas paradas, y que en función del número de pasajeros solo Zaragoza entre en los planes de Renfe. Pero eso no es obstáculo para que la operadora tenga en cuenta a las ciudades que se quedan sin el low cost y las compense de alguna manera. Y hay opciones posibles, que deberían estudiarse, que pueden ser mucho más útiles que el bajo coste en alta velocidad. Entre estas opciones, que debería barajar Renfe, figuran la opción de emitir abonos que reduzcan el precio sobre la tarifa oficial, o incrementar y racionalizar las frecuencias de otros tipos de trenes entre ambas ciudades y Zaragoza. De hecho, Renfe no debería abandonar algunos de los servicios de Media Distancia que son muy populares y que se han descuidado tras la llegada del AVE.