La propuesta que han hecho un grupo de empresarios y profesionales aragoneses capitaneados por César Alierta es ya la última salida que le queda al Real Zaragoza. Entre la angustia de la afición, que ayer se manifestó en la plaza del Pilar, y los tejemanejes de quienes controlan actualmente la sociedad anónima deportiva (SAD) en evidente connivencia con Agapito Iglesias, la oferta del presidente de Telefónica y un grupo de familiares y amigos es la única opción seria y razonable. No hay más.

En estos momentos, Agapito tiene que ser capaz de buscar en su interior algún resto de vergüenza que le impida boicotear la operación presentada ayer. Sus intentos de exprimir hasta el último minuto una empresa deportiva arruinada y deshecha deben acabar de una vez; lo mismo que las maniobras de los presuntos compradores del grupo Lasheras-Gamón. La destrozada SAD no da más de sí. Es solo una enorme deuda sin activos de los que echar mano. Los acreedores están a un paso de perder cualquier opción. No existe equipo ni proyecto ni esperanza. Si la propuesta de Alierta no prospera, un club histórico desaparecerá.