En España se diagnostican cada año unos 40.000 casos de embolia pulmonar, algunos de los cuales derivan en la muerte del paciente. De los que sobreviven a esta enfermedad entre un 1 y un 5% desarrolla una obstrucción pulmonar crónica que da lugar a una hipertensión pulmonar que puede provocar insuficiencia cardíaca. Hoy en día existe un tratamiento eficaz que permite incluso curar esta patología y que consiste en una operación para extraer de las arterias pulmonares las piezas que están provocando la obstrucción.

“Más del 60% de los enfermos con esta enfermedad se pueden operar y los resultados son excelentes en cuanto a mejoría de los síntomas y descenso en la presión pulmonar. Al disminuir la presión y aumentar el flujo pulmonar, se respira mucho mejor y el corazón funciona con menos esfuerzo”, explica José María Cortina, Jefe de Cirugía Cardíaca del Hospital 12 de octubre.

El hospital madrileño cuenta con una unidad multidisciplinar especializada en hipertensión pulmonar (UHP12) y es centro de referencia nacional (CSUR) para el tratamiento de esta patología. También, recientemente, esta unidad se ha integrado en el Proyecto de Redes Europeas de Referencia para estas patologías. Desde la primera intervención en 1997 ha realizado 183 operaciones con resultados muy satisfactorios. En el 2016 han sido 38 las personas intervenidas, aunque cada año se evalúan una media de 90 casos.

Cortina impartió ayer en el ciclo Aula Montpellier de la capital aragonesa la ponencia Cirugía de la hipertensión pulmonar tromboembólica crónica en la que habló de esta técnica y sus beneficios. El especialista aseguró que “cerca del 90% de los pacientes que se somete a esta intervención sobrevive a la enfermedad pasados 5 años aunque deben seguir tomando anticoagulantes orales de por vida para evitar su reaparición”.

Esta enfermedad rara -solo se estiman entre 400 y 2.000 casos al año—y con una alta tasa de mortalidad es poco conocida incluso en el ámbito médico no especializado. Más de la mitad se produce por una mala evolución de una embolia pulmonar aguda aunque en otros casos, no existe esta patología previa, lo que dificulta su diagnóstico.

Una de las principales líneas de trabajo de la Unidad de Hipertensión Pulmonar del Hospital 12 de octubre es sensibilizar a los especialistas dedicados a este tipo de enfermedades (neumólogos, cardiólogos, internistas, etc.) sobre su detección temprana. “Es necesario diagnosticar la enfermedad cuanto antes para poder ofrecerles una solución, ya que cuando se opera en fases avanzadas, el riesgo de la intervención es mayor”, indicó Cortina. Gracias a los buenos resultados obtenidos en estas dos décadas, el centro ha conseguido crear una red de profesionales que refiere enfermos desde los distintos sistemas de salud de las comunidades autónomas.

CLAVES DEL DIAGNÓSTICO

El principal síntoma de la hipertensión pulmonar tromboembólica crónica es la disnea (fatiga). La evolución de la enfermedad es larga y si se tarda en diagnosticar los enfermos acaban falleciendo de insuficiencia cardíaca por fallo del ventrículo derecho.

Según el ponente, el diagnóstico es sencillo pero hay que pensar en ella. “Ante una disnea no explicada y desproporcionada sin que exista otra enfermedad pulmonar puede que estemos ante una hipertensión pulmonar”. Para detectar la enfermedad se realizan diversas pruebas diagnósticas aunque la más determinante es la gammagrafía pulmonar de ventilación/perfusión en la que se demuestra que los pulmones ventilan de forma homogénea pero que existen zonas a las que no llega el riego sanguíneo.

Para Cortina, lo importante es que cuando los especialistas piensan y diagnostican esta enfermedad lo remitan lo antes posible a un sitio donde se pueda evaluar si es operable o no, uno de los momentos claves en el manejo de la enfermedad. Actualmente se consideran operables el 60% de los casos. La edad no es un impedimento ni tampoco el grado de obstrucción o hipertensión pulmonar.

“Los motivos para no operar a un paciente son fundamentalmente dos, que el enfermo tenga otras enfermedades pulmonares graves que comprometan su situación o que las obstrucciones se encuentren en vasos poco accesibles. Cuando las obstrucciones están muy alejadas del tronco pulmonar, la intervención es mucho más compleja”, justificó el experto.

La operación, conocida como endarterectomía pulmonar, consiste en extraer del pulmón las piezas que están provocando la obstrucción, “extrayendo en ocasiones, auténticos moldes de las arterias pulmonares”, describió el ponente. De esta forma se consigue mejorar el paso de la sangre por el pulmón y que el paciente respire mejor. Al mismo tiempo se reduce la presión sobre el ventrículo derecho, lo que disminuye el riesgo de sufrir una insuficiencia cardíaca.

El ponente asegura que “el riesgo de la intervención es muy bajo para la enfermedad de que se trata”. La tasa de mortalidad tras someterse a la operación se sitúa entre un 3% y un 4%. Además, “la supervivencia a largo plazo de la enfermedad es mucho mayor tras la intervención (casi el doble) respecto a los pacientes, que, lamentablemente, no pueden ser operados”, aseveró el ponente.

Próxima cita: 23 de febrero del 2017

Efectos Biológicos de los campos electromagnéticos

Ponente: Mª Jesús Azanza Ruiz

Catedrática de Biología y Magnetobiología de la

Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza.