Preparen sus taleguillos: un trozo de tela sobre la cara, tres aberturas para poder ver, comer y beber, y la fiesta está servida. Épila celebra desde el pasado jueves sus carnavales, unos de los más antiguos y representativos de la provincia de Zaragoza.

Mascarutas y zaputeros ya han tomado las calles de este municipio de la Comarca de Valdejalón. Son las las figuras más representativas del Carnaval de Épila, y comparten la característica de que llevan el rostro cubierto. A diferencia de las mascarutas, los zaputeros se representan con un mono de trabajo, guantes, gorro y sombrero de paja. Pero también llevan la cara tapada con un taleguillo.

«La idea es ocultar la identidad lo mejor posible. Saltarse las normas y hacer eso que en la rutina diaria no está tan bien visto. Meterse con la gente, hacerle bromas… Por supuesto, sin maldad alguna», explica Sara Guerrero, concejal de Festejos del consistorio epilense. «Evidentemente, la gracia está en que no te reconozcan, y para ello es necesario cambiar la voz, ponerla en falsete, e incluso hacer creer que eres del sexo opuesto», rompiendo los roles de género.

Y es que, en plena era de la lucha por la igualdad, el Carnaval de Épila puede presumir de tener «un valor reivindicativo» desde tiempo atrás. No en vano, esta fue una de las pocas localidades que pasó por alto la prohibición de celebrar las carnestolendas durante el franquismo. «Supongo que el gusanillo de hacer lo prohibido», comenta Guerrero, contribuyó a que esta tradición se mantenga hoy tan viva.

De hecho, pocos pueblos de Aragón tienen la oportunidad de disfrutar de 7 días de programación festiva carnavalera. La celebración comenzó el Jueves Lardero, con el día de las mascarutitas. Los niños fueron los protagonistas de esta jornada con sus disfraces y la realización de un pasacalles. Por la tarde, el ayuntamiento ofreció una merienda a base de migas y longaniza.

Para los adultos, la fiesta comienza este sábado y se prolongará hasta el Martes de Carnaval para regresar de nuevo al fin de semana siguiente, cuando se celebran el Sábado y el Domingo de Piñata. Pascalles, charangas, lifaras, concursos y verbenas animarán estos días.

A lo largo de la programación se sucederán actos para todos los gustos y edades. Aunque «sin duda, me quedo con los dos sábados, pues desde por la mañana se crea un ambiente muy bonito por las calles de la localidad», recomienda la concejal epilense.

Guerrero opina que «el desfile del primer domingo es uno de los eventos más lucidos». Este acto se aleja del Carnaval más tradicional, que se reserva para el lunes y el martes. Ese primer domingo, los vecinos se atavían con espectaculares disfraces más modernos, algunos auténticas obras de artesanía, y preparan actuaciones dignas de un musical de Broadway.

Una de las tradiciones más arraigadas es el concurso de murgas, que se celebra el martes. Con rimas, gracia y salero, se hace un repaso a los acontecimientos más destacados que ha vivido Épila a lo largo del último año.

Si, como muchos otros aragoneses, usted tiene pensado acudir las celebraciones, ha de saber que la temática elegida este año son Las mil y una noches. «El primer fin de semana se intenta que todo el pueblo se atavíe en torno a un tema», apunta Sara Guerrero. «Si vienen, ya saben: de árabes, de Alí Babá... Al gusto. Que no les encaja la temática, pues de lo que sea. La cuestión es llevar algo distintivo y no tener miedo a hacer el ridículo», invita esta edila.

Por delante quedan dos fines de semana de diversión, en los que la imaginación, la creatividad y lo políticamente incorrecto se pondrán al servicio del disfrute de los epilenses y de quienes les visiten. Así se llegará al Domingo de Piñata (el día 18), cuando el desfile de máscaras acompañará a Don Zaputero (un muñeco de paja ataviado con ropa de trabajo) hasta su destino final: la hoguera. De este modo, Épila se despedirá de sus carnavales hasta el año que viene.