La dieta mediterránea es una valiosa herencia cultural cuyos beneficios para la salud han quedado ampliamente demostrados por la baja incidencia que determinadas enfermedades tienen en los países mediterráneos en comparación con otros países desarrollados.

Estos quedaron confirmados hace ahora cuatro años por el Estudio Predimed sobre dieta mediterránea y enfermedad cardiovascular, cuyos resultados expuso ayer en la ponencia de clausura del XVII ciclo Aula Montpellier el doctor Emilio Ros, investigador del CIBER Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBEROBN) del Instituto de Salud Carlos III, que financió el estudio, y antiguo jefe clínico de la Unidad de Lípidos del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Clínic de Barcelona.

El objetivo de la investigación fue analizar el éxito en la reducción de enfermedades cardiovasculares (infarto de miocardio, accidente vascular cerebral o muerte por estas causas) de dos dietas mediterráneas, una enriquecida con aceite de oliva virgen extra y otra con frutos secos, comparadas con una dieta control baja en grasa.

En el estudio participaron 18 centros hospitalarios de toda España y cerca de 7.500 pacientes con factores de riesgo cardiovascular, como la edad (la media eran 67 años), el sobrepeso u obesidad, hipertensión, diabetes y aumento del colesterol. La mayoría de ellos recibían tratamiento farmacológico, con frecuencia para más de una de estas patologías.

“En los pacientes que siguieron la dieta mediterránea la incidencia de enfermedad cardiovascular disminuyó un 30% con respecto a los que siguieron la dieta control, un efecto equivalente al de la reducción prolongada del colesterol con estatinas, los fármacos de uso habitual más potentes para controlar el colesterol”, subrayó el doctor Ros, que apuntó que, incluso, en casos aislados se pudo reducir la potencia del tratamiento con medicación.

Además, el estudio analizó otras variables como la diabetes, presión arterial, fibrilación auricular, cambio de peso, cáncer de mama, síndrome metabólico o deterioro cognitivo con resultados igual de satisfactorios. “En el caso de la diabetes la incidencia de la enfermedad se redujo un 40% con la dieta de aceite de oliva y un 18% con la de frutos secos, y en el cáncer de mama, entre un 40 y un 60%”, aunque estos resultados son “preliminares” ya que se basaban en “pocos casos”, concretó el especialista.

Según Ros, a la vista de estos datos, la dieta mediterránea permite prolongar la vida y tener una vejez más saludable. Todo ello gracias a los beneficios que el consumo de determinados alimentos presentes en la cocina del sur de Europa tiene para la salud y cuyos efectos pueden notarse en cualquier etapa de la vida. “Nunca es tarde para cambiar la dieta y mejorar la salud”, destacó.

Estos beneficios podrían explicarse por el mayor consumo de productos ricos en ácidos grasos insaturados presentes en el aceite de oliva (que reduce el colesterol LDL o malo y aumenta el colesterol HDL o bueno en sangre) y en los frutos secos, “semillas que contienen gran cantidad de nutrientes óptimos para la salud”, explicó el investigador del CIBEROBN.

LA MEJOR MEDICINA

La dieta mediterránea se caracteriza por el uso de aceite de oliva virgen como principal grasa y la abundancia de alimentos vegetales, como verduras, hortalizas, legumbres, frutas y frutos secos, así como un consumo alto de pescado y marisco (unas tres veces por semana) y vino con moderación acompañando las comidas.

También incluye cereales integrales, frente a refinados, ya que tienen mayor contenido en fibra y nutrientes, y el consumo diario de productos lácteos (hasta tres raciones), preferiblemente descremados.

En cambio, para seguir la dieta mediterránea debe reducirse el consumo a pequeñas cantidades de carnes rojas, se deben preferir las carnes blancas (volatería) y evitar las carnes procesadas como el beicon y los embutidos “que han sido tratadas con calor o productos químicos para que se conserven más tiempo y contienen mucha sal, nitratos y otros compuestos poco saludables”, explicó el experto.

También se deben desterrar otros alimentos alejados de la dieta mediterránea, considerados “malos para la salud” según Ros, como los elaborados, precocinados o fritos con aceites vegetales o de origen desconocido, productos de bollería con grasa de mala calidad y mucho azúcar, y bebidas edulcoradas.

A los beneficios del bajo contenido en ácidos grasos saturados (grasas malas) y alto en insaturados, así como en carbohidratos complejos y fibra, hay que añadir los derivados de su riqueza en sustancias antioxidantes, polifenoles y otras sustancias beneficiosas de origen vegetal.

De hecho, una de las recomendaciones del estudio, según el experto, era la elaboración de sofritos con aceite de oliva, ajo, tomate, cebolla y hierbas aromáticas, al menos dos veces por semana, ya que es “un cóctel antioxidante”.

El estudio Predimed sobre dieta mediterránea y salud ha tenido un gran impacto tanto en la comunidad científica global como en la población general. “Los facultativos son cada vez más conscientes de que una buena alimentación es fundamental para cualquier problema de salud y es algo que tienen en cuenta a la hora de prescribir tratamientos”, afirmó el ponente.

Por ese motivo, en estos momentos se está preparando un nuevo estudio denominado Predimed Plus en el que se va a dar “un paso más allá” y se va a analizar los beneficios de una dieta mediterránea hipocalórica combinada con ejercicio físico sobre una población con sobrepeso y obesidad de tipo abdominal.