La guerra de Yemen se ha convertido en uno de los eventos más críticos del siglo XXI. Arrancó hace cuatro años en el país más pobre de todo el Golfo Pérsico y, desde entonces, no ha hecho más que llevarse millares de vidas por delante. Es, a todas luces, la mayor crisis humanitaria que se ha vivido en el mundo durante este nuevo milenio.

Pero parece que la situación puede empezar a cambiar. Uno de los agentes más demoledores en este conflicto bélico, Emiratos Árabes Unidos, ha comenzado a replegar sus fuerzas para dejar de castigar el territorio. El principal aliado de Arabia Saudí es una de las principales fuerzas que impulsa los continuos bombardeos en el país, y ha confesado que las medidas para retirar tropas se han puesto en marcha.

La firma del acuerdo de Estocolmo en diciembre de 2018 ha sido uno de los principales impulsores de este cambio. Se está intentando perseguir por todos los medios una salida diplomática ante este conflicto, y es que la vida de los yemeníes lleva casi un lustro siendo un completo infierno. Bombardeos continuos, incursiones de soldados y territorios que son un continuo tiroteo se han convertido en el día a día de los habitantes de una nación envuelta en la guerra.

Aunque nunca se han hecho oficiales las cifras que contabilicen la presencia real de los Emiratos en Yemen, son varios los diplomáticos occidentales que han revelado la retirada de helicópteros y tanques tanto en las costas del mar Rojo como en Hodeida, además de a cientos de soldados que han dejado casi vacía la base militar establecida en Assab.

Todo esto mientras la crisis de los refugiados de Yemen sigue siendo el centro de las miradas de menos países de los que debería. Varios han ofrecido ayuda humanitaria, y organizaciones como ACNUR han iniciado todo tipo de campañas con el fin de concienciar al público de la importancia de donar a ONG y hacer la vida algo más fácil a todas las personas que están viviendo el infierno yemení. Y es que hace falta mucho más de lo que se está haciendo.

Civiles, los principales afectados por el conflicto bélico

Ahora mismo, la situación tiene dos posibles destinos. Tal y como destacan los diplomáticos envueltos en el conflicto, es posible que el acuerdo de Estocolmo progrese favorablemente y que la diplomacia se encargue de mitigar todo lo que está sucediendo hasta llegar a una solución adecuada, o bien, también es posible que se vuelva a una etapa en la que se acentúe la acción militar frente a la parálisis política.

Si bien es cierto que la iniciativa de Emiratos Árabes Unidos parece apuntar más a la primera opción, las consecuencias de todos estos acontecimientos siguen causando un daño irreparable en las principales víctimas de la guerra: la población civil.

Las cifras lo dejan muy claro. El 80% de la población de Yemen se ha visto obligada a subsistir gracias a las ayudas humanitarias ofrecidas por otros países y varias ONG. Las fuertes hambrunas y peligrosas enfermedades como el cólera son las principales amenazas de un pueblo que está pasando por su peor momento.

Los bombardeos realizados sobre el país y los continuos encontronazos entre tropas ya han supuesto la muerte de casi 20.000 civiles completamente inocentes. Además, muchas organizaciones que se han desplazado al lugar no hacen más que sufrir por culpa de las trabas que se interponen a la hora de distribuir la ayuda.

Sumando a eso la falta de personal y los graves problemas con las infraestructuras, la firma ha tomado medidas anunciando públicamente que hay cerca de 400.000 casos de cólera registrados tan solo en la primera mitad de 2019, con más de la mitad siendo menores de edad. Un movimiento con el que quieren concienciar al mundo del grave problema que está teniendo lugar en este país.

Un reciente informe de las Naciones Unidas ha manifestado que harían falta al menos 198 millones de dólares para poder ayudar a todos los refugiados. Una cifra que parece alcanzable con la colaboración de varios países, pero que se está antojando casi imposible por la falta de movimiento registrada en Europa.

Aunque organizaciones como ACNUR están trabajando duramente para ofrecer asistencia y recaudar fondos, su labor no hace más que paliar una pequeña parte de todo el sufrimiento que viven los civiles de Yemen a diario. Se ayuda cuanto se puede, pero hace falta mucho más, sobre todo una mayor concienciación, para entender la gravedad de la situación y para dejar a un lado los intereses con el fin de ayudar a un pueblo que realmente lo necesita.

Puede que haya algo de luz al final del túnel y que el paso atrás de Emiratos Árabes sea una buena señal, pero es pronto para cantar victoria, sobre todo cuando hay tantas vidas en peligro.