Una humareda blanca de vapor se esfuma en sintonía con el silbato agudo e intenso que anuncia la llegada del ferrocarril a la estación. El compás ininterrumpido y casi melódico del motor disminuye lentamente a medida que el convoy frena su maquinaria para dejar bajar a los pasajeros que terminaron su viaje y permitir que otros inicien el suyo. Una nueva aventura, un destino desconocido y miles de sueños que nacen con el arranque de una simple locomotora.

Un tren. El regalo que todo niño desea desembalar el día de Navidad y con el que la imaginación brota a niveles estratosféricos. Colocarse la clásica gorra de maquinista, visualizarse en la cabina de conducción y apretar la bocina antes de emprender un nuevo trayecto. Son muchos los que de pequeños anhelaban dirigir un ferrocarril por vías desconocidas. Una fantasía que para algunos sigue siendo una ilusión que les hace disfrutar y volver a soñar como lo hacían cuando tenían pocos años de edad.

DE JARDÍN. Para Alberto, el mundo de los trenes es mucho más que un simple sueño. Su abuelo trabajó como jefe de estación y su padre fue maquinista de Renfe. Alberto se crió en el universo ferroviario y cuando cumplió 26 años se inició en el oficio. Su profesión siempre fue, a la vez, su gran afición y, por eso, en el 2015 decidió unirse al Club de Amigos del Ferrocarril de Cornellà de Llobregat, una asociación que arropa a más de 300 personas que comparten la misma pasión en las vías.

En concreto, esta agrupación intenta conservar y representar trenes reales a una escala manipulable, conocidos también como trenes de jardín. En 1987 el ayuntamiento del municipio decidió conceder un espacio para que este tipo de convoyes en miniatura pudieran transitar. Un circuito que acoge un recorrido de más de 900 metros y que a día de hoy es uno de los más grandes del país para el tipo de tamaño que manejan, denominado tren de cinco pulgadas.

Cada domingo en el parque de Can Mercader, los niños y sus familias tienen la oportunidad de pasearse en estos pequeños ferrocarriles. Lo hacen gracias a Alberto, que desde hace dos años se dedica al mantenimiento tanto de las vías, como de la maquinaria de los vehículos. En total, la sociedad dispone de siete trenes diferentes que representan verdaderos convoyes del siglo pasado. Gracias a las donaciones de los miembros del club, las ayudas institucionales y las tarifas de los pasajeros, la asociación puede mantener representaciones de ferrocarriles de la década de 1930, como una locomotora de vapor impulsada por la combustión del carbón, y máquinas más modernas que simulan convoyes de alta velocidad, como el famoso Euromed, que hoy en día recorre la línea Barcelona-Alicante.

ELÉCTRICO. En el barrio barcelonés de Poblenou, un hombre juega a hacer circular su tren en una de las maquetas que hay en la sala. “Este es el tren que llevó al soldado desconocido desde Verdún hasta el Arco de Triunfo de París en 1920”, dice. Cada tarde en este recinto se reúnen los amantes ferroviarios de la ciudad condal. Pertenece a la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Barcelona, la más antigua y grande a nivel nacional. El año que viene cumplirá 75 años y gracias a sus más de 480 socios el centro puede mantener una sede que alberga más de 5.000 publicaciones especializadas en el sector, cuatro maquetas que suman un total de 200 metros de vía y un anticuario que incluye piezas ferroviarias desde finales del siglo XIX.

Tal y como explica el presidente de la agrupación, Jordi Ramon, se trata de un local social especializado en trenes eléctricos que permite a la gente apasionada por este mundo disfrutar de sus pequeños vehículos gracias a las maquetas ambientadas en países como Alemania y épocas como el Lejano Oeste. La entidad participa anualmente en muestras y exhibiciones de modelismo ferroviario a nivel español, acoge ciclos de conferencias sobre este sector y organiza viajes para visitar instalaciones de ferrocarril de todo el país. “La gente que lo vive, lo vive mucho, algunos de ellos son antiguos maquinistas, otros han crecido en este ambiente y muchos simplemente son aficionados”, asegura Ramon, que lamenta la escasa cultura que hay aquí en relación a esta materia: “Una lacra que no existe en países como Alemania, Inglaterra y Francia”.

Los carriles y las locomotoras mueven una pasión que solo entienden aquellos que aún guardan la ilusión del niño que jugaba a conducir un tren. Un sentimiento que lucha por conservar la cultura y la historia de un invento que marcó un antes y un después en la historia de la humanidad.M

Una asociación conserva desde representaciones de trenes de la década de 1930 hasta convoyes de alta velocidad

RENFE

Tiempo récord en 15 años

Poco más de 300 kilómetros conectan las ciudades de Zaragoza y Madrid. Una distancia que los trenes de alta velocidad de Renfe empezaron a recorrer en el 2003 y que, tras 15 años, han logrado un tiempo récord de tan solo una hora y 15 minutos. Una rapidez nunca vista en el país que ha permitido, desde su inauguración, que 34,5 ciudadanos puedan realizar este trayecto gracias a los 30 trenes que circulan diariamente. Además, el número de viajeros que han transitado este año ha triplicado la cantidad que lo hizo en el 2003.