- Hace unas semanas, la Dirección General de Transporte sancionó a una cooperativa fraudulenta. Hábleme del caso.

- Se ha sancionado a esta cooperativa con una multa de 184.000 euros porque su funcionamiento no responde al régimen jurídico de aplicación a las cooperativas del sector. El leit motiv de estas organizaciones es alquilar títulos de capacitación por los que cobran entre 10.000 y 12.000 euros. Este dinero no se devuelve hasta pasados dos años, por lo que durante este tiempo los trabajadores pasan a ser esclavos. No tienen ninguna posibilidad de negociar precios, yendo siempre a donde dice la cooperativa. Estamos muy agradecidos con el Gobierno de Aragón, y en especial con el director general, porque han visto el problema y se han interesado.

- ¿Cómo afecta esto al sector?

- Se crea el caldo de cultivo perfecto para la precariedad y la competencia desleal al resto de empresas. En Tradime venimos denunciando desde hace varios años esta forma de operar en el mercado y las consecuencias que están provocando en el sector. Por este motivo, lanzamos campañas para acabar con este uso fraudulento. Estos subterfugios dan la vuelta a la Ley de Ordenación del Transporte Terrestre, que deja muy claro que para ser transportista se deben cumplir unos requisitos y estas cooperativas no lo cumplen. Desde la asociación, apoyamos unas cooperativas de transportistas, pero cada uno con su titulación y con su capacitación.

- ¿Esta forma de operar se lleva a cabo solo en España?

- Sí, en Europa están prohibidas. Alrededor de 7.000 camiones están en esta situación en España. Es lamentable que tengamos que denunciar nosotros algo que no existe en ningún otro sitio. Y hay alguna federación española que está metida en esto y que sus propios administradores están metidos en esto. La diferencia de costes entre un chófer asalariado y uno contratado de manera irregular son más de mil euros al mes, sin contar con los derechos sociales. Nos afecta de forma muy negativa porque ellos contratan un 10% más barato y tenemos que acoplarnos al precio que ellos han puesto.

- Quizás sea una percepción personal, pero el transporte es un sector muy duro: muchas horas fuera de casa y constantemente en la carretera. ¿Cómo está afectando esta pandemia al transportista?

- Hay mucha precariedad laboral. Hace 20 años, la persona que salía a trabajar a la carretera paraba a comer en un restaurante, dormía alguna noche en un hotel, porque es muy triste dormir todas las noches en una cabina. Ahora, con la pandemia, nos encontramos con que no tenemos abiertas muchas estaciones de servicio y el día a día se hace aún bastante más duro.

- Durante el confinamiento, el transporte fue un servicio imprescindible. ¿Se ha reconocido esta labor?

- No, en absoluto. Ha quedado en la pura anécdota. Seguimos siendo los que tienen que esperar dos horas, los que no pueden entrar a una fábrica a tomar un café, los que no pueden utilizar sus servicios… Desde el sector demandamos más respeto. Cuando entras a un sitio y ves que una persona va cargada con un paquete, le cedes el paso. No sucede lo mismo cuando entra un camión en una rotonda con 40 toneladas… Es una incongruencia que seamos tan necesarios y, a la vez, tan malditos.

- ¿Se ven de alguna forma discriminados?

- En ocasiones. Un ejemplo es lo que ocurre en las ITV. Existe un trato discriminatorio desde las concesionarias. Al solicitar cita, el plazo de tiempo es excesivo, y necesitaríamos algún tipo de prioridad a la hora de pasar la inspección. Otro problema añadido es que es recomendable ir cargado para revisar el sistema de freno; esto supone que, si por el problema que fuera no te pasan la inspección en primera instancia, a la hora de volver a ir no tenemos prioridad por lo que se demora mucho en el tiempo el hacer esta gestión que es de obligado cumplimiento. Se queda el camión esperando a pasar la ITV con la mercancía cargada. En la Comunidad de Aragón, además, nos cobran 22 euros más por vehículo pesado que en Navarra.

- Le veo un tanto desencantado. ¿Se debe mimar más al transporte en Aragón?

- Yo diría que es fundamental. Zaragoza es el nudo logístico del sur de Europa. Estamos en un punto privilegiado, cercano tanto a la frontera francesa como a las ciudades más importantes de España. Es fundamental cuidar y mimar el transporte en Aragón, porque es lo que da salida a nuestros productos. Todo va y sale de un camión. Por eso aquí se centralizan las grandes empresas. Sí echamos de menos una salida por los Pirineos, a parte del famoso túnel. Porque ferrocarril y camión son compatibles. Si un día se parase el transporte, no se puede imaginar lo que pasaría.

- ¿Qué mensaje le gustaría enviar a sus compañeros del sector?

- Uno de esperanza para el futuro. Hemos pasado por muchas crisis, tanto en el transporte como en la vida. Esto terminará, pero seguiremos transportando. Hay que mirar hacia el futuro, hacia atrás ni para coger impulso. Y contra la competencia desleal y las empresas fraudulentas, Tradime no va a desfallecer ni un momento.