Con algún revés por el medio, pero la tendencia ya venía marcándose en los últimos partidos del 2019. El comienzo de este año ha refrendado aquella inclinación y ha sido magnífico: cuatro victorias en cuatro partidos, dos en Liga (Sporting de Gijón y Las Palmas) y dos en Copa del Rey (Nástic y Mallorca), que han permitido afianzar al Real Zaragoza en puestos altos de playoff, cada vez más cerca de la zona de ascenso directo, y avanzar hasta los octavos de final en el torneo copero.

Ya lo logró en el inicio del campeonato y lo ha vuelto a conseguir ahora, superado el periodo de duelo por la baja de Dwamena y el quebranto incuestionable que supuso la concentración de lesiones en varios titulares. Víctor Fernández ha puesto de nuevo en hora el reloj del Real Zaragoza, que marca con precisión el camino al caminante. El equipo funciona y cuando un equipo funciona, todos funcionan. Las dinámicas en el deporte son parte sustancial del éxito. La solidez colectiva ha dado calor y cobijo a un buen número de futbolistas, que protegidos por la corpulencia del grupo han multiplicado su rendimiento, favoreciendo a su vez el impulso de la productividad común. Una retroalimentación espectacular en ambas direcciones. Lejos de ser un incordio, la Copa del Rey ha servido para que el grupo crezca, consolide su fuerza y sume jugadores y variantes a la causa. Clemente en el lateral izquierdo, el buen partido de Kagawa, el honor de Linares, el gol de Álex Blanco, la confirmación del momento dulce de Soro, la rentabilidad de Puado… Desde sus roles, todos generan. Los 21 de Víctor.

Juegue quien juegue, al paso por enero, que el reto de los próximos meses es consolidar esta tendencia, el Real Zaragoza está siendo muy solvente. Además, Víctor Fernández todavía tiene recursos y nuevas posibilidades por utilizar. André Pereira, un delantero de perfil diferente a sus compañeros, pronto debutará y el club peina el mercado para reforzar todavía más la plantilla. En palabras de Lalo Arantegui con un central, salvo que en estos últimos días de ventana de invierno la dirección de la Sociedad Anónima vuelva a cambiar, y con otro futbolista más, un extremo derecho, si la economía lo permite y la oferta casa con la demanda. El objetivo, rotundo: redondear un equipo con argumentos concluyentes para asaltar el ascenso.