Este Real Zaragoza, por si alguien tenía alguna duda, es una ruina total, absoluta. Ha llegado a un punto en el que ganar un partido es una quimera, porque se deshace como un azucarillo hasta cuando se pone por delante, que en los últimos partidos es siempre para que después le remonten. Como ante el Oviedo o en Ponferrada, pasó igual contra el Rayo Vallecano, donde la primera parte fue hasta aceptable en la consistencia y con el regalo de Dimitrievski en un tiro flojo de James. Pero, tras el descanso, el Zaragoza volvió a mostrar todas sus miserias, fue un muñeco en manos del Rayo, con esa debilidad defensiva que es un lastre tremendo lo mismo que la incapacidad para generar ocasiones de peligro. Así es imposible y llegó una nueva remontada en contra y la derrota (1-2), la cuarta seguida ya, por cierto en una Romareda que es un sumidero de puntos, ya que cualquier rival asalta este campo tras la pandemia.

El Zaragoza es, ahora mismo, el peor equipo de Segunda y por eso ocupa zona de descenso, que sería la de colista sin aquella victoria de regalo que le vino en Alcorcón. Lo ha venido demostrando desde que arrancó el curso y ahora se manifiesta con toda la crudeza, porque la llegada de Iván Martínez, que suma tres derrotas seguidas y cuyo efecto parece ya agotado, no ha traído mejorías en lo sustancial en el bloque, aunque sí algo más de plan que con Baraja, y no ha evitado un derrumbe que ahora ya es total, con 10 puntos de 39 posibles, con 10 jornadas sin ganar y solo tres puntos en ellas, con un espíritu hundido, con un ánimo destrozado y un equipo que, salvo giro brusco en enero y en la actual gestión a todos los niveles, camina hacia la tragedia de la Segunda B. De una manera firme además.

Esta vez, el plan de Iván estuvo más basado en un repliegue más intensivo, en buscar una consistencia juntando líneas y con la defensa muy retrasada, dando el balón al Rayo y con un cambio de esquema, con un 4-1-4-1 con Vuckic como única novedad. El plan salió solo en la primera parte, donde el Zaragoza hizo que el rival no se sintiera cómodo por mucho que acumulara balón, que no protagonismo ofensivo.

El Zaragoza ató en la primera parte en corto a Pozo y a Álvaro García y no tuvo problemas para cortar los intentos del Rayo, empeñado en entrar por dentro sin lograrlo. Por si fuera poco, el equipo de Iván se encontró con un gol casi sin buscarlo. James, a pase de Eguaras y desde la frontal, lanzó un disparo manso que Dimitrievski puso todo de su parte para que acabara en gol al no atrapar el balón de manera insospechada. El gol le sentó bien al Zaragoza y Francho comenzó a crecer en el partido, mostrando su talento. Narváez pudo hacer el segundo tras una jugada de Zanimacchia en un buen pase de Francho y el Rayo no tenía ninguna profundidad para inquietar a Cristian y hasta Dimitrievski parecía empeñado en hacer algún regalo más, como una mano fuera del área que el árbitro no vio.

El partido empezó a cambiar en la segunda parte, con cada vez más sensación de peligro del Rayo. Avisó primero Óscar Valentín y después Pozo, que empezó a tomar un protagonismo tremendo en el partido. Qasmi falló un claro remate a centro de Pozo y Andrés Martín tuvo otra antes de que Iraola, que ya había metido a Comesaña, hiciera un triple cambio decisivo con Isi, Antonín y Joni Montiel que transformó al Rayo y hundió al Zaragoza, que aún pudo lograr el 2-0 en un envío de Francho donde Zanimacchia no aprovechó la mala salida del portero rayista.

Ahí se acabó el Zaragoza, donde Guitián y Jair dejaron de mostrar la contundencia atrás y la medular zaragocista dio claros síntomas de agotamiento. Con Vuckic nulo, el Toro entró por él y ratificó que no está para nada mientras que el Zaragoza se disolvió por completo. Un centro de Álvaro García, mucho más peligroso desde el lateral, lo remató Isi y Cristian lo despejó para que Antoñín aprovechara el despiste defensivo para hacer el empate.

Juanjo Narváez, en un equipo muy débil físicamente también, notó molestias mientras que Iván movió algo más el banquillo, tarde en esta ocasión, para que Nieto y Bermejo entraran en el campo sin evitar la caída zaragocista, que olía a muerte. Jair sacó un balón que Qasmi falló de forma muy estrepitosa y el gol se veía venir, como algo inevitable. Y llegó. Pozo le ganó la espalda a Nieto en otro centro de Álvaro y el Zaragoza ya quedó definitivamente enterrado, sin que los cambios de Adrián y Tejero tuvieran ya ningún efecto. El equipo aragonés ya estaba inerte, sin alma, en un tramo final del partido que volvió a descubrir su terrible realidad, una ruina que es absoluta y que necesita de un giro drástico, porque el camino es inequívoco hacia el desastre. Y ahora espera el poderoso Espanyol. Casi nada.

Ficha técnica

R. Zaragoza: Cristian Álvarez; Vigaray (Tejero, m.82), Jair, Guitián, Chavarría; Zanimacchia (Bermejo, m.75), Eguaras, Francho, James (Adrián, m.82), Narváez (Nieto, m.75); y Vuckic ("Toro" Fernández, m.68).

Rayo Vallecano: Dimitrievski; Advíncula, Martín (Comensaña, m.55), Catena, Iván Martos (Antoñín, m.67); Andrés (Isi Palazón, m.67), Oscar Valentín, Trejo (Montiel, m.67), Pozo (Velázquez, m.87), Álvaro García; y Qasmi.

Goles: 1-0. m.19. James; 1-1. m.71. Antoñín; 1-2. m.83. Pozo.

Árbitro: Galech Apezteguía (Comité Navarro). Amonestó con tarjeta amarilla a Vuckic y Nieto, por los locales y a Velázquez, Advíncula y Oscar Valentín por los visitantes.

Incidencias: partido correspondiente a la decimocuarta jornada de Liga de Segunda División disputado en el estadio de La Romareda de Zaragoza a puerta cerrada. Se guardó un minuto de silencio por el fallecimiento de Diego Armando Maradona.