Muchos kilómetros después, el Expreso de la banda, Manuel Torres (Teruel, 19 de abril de 1930), se detuvo en la madrugada de ayer. Se ha ido uno de los primeros laterales que osó cruzar la divisoria, precursor de los carrileros que tanta repercusión tienen hoy; se ha ido el guardián de la banda derecha del Real Zaragoza desde la temporada 1953/54 hasta la 61/62; y, sobre todo, se ha ido el único aragonés que ha ganado la Copa de Europa. Se ha ido a los 83 años, pero su legado ya es inmortal. El funeral será hoy a las 11.00 horas en Torrero.

Padeció los designios de la guerra, que hizo a su familia emprender un viaje de ida y vuelta Teruel-Valencia. De nuevo en la ciudad aragonesa, la Tercera División, donde jugaba con el Teruel a las órdenes del exzaragocista Primitivo Villacampa, Primo, se le quedaba pequeña y fichó por el Manchego de Ciudad Real. Tres años después Primo y Torres se reencontraron y el primero intentó por todos los medios que el segundo fichara por el Zaragoza. Pese a otras ofertas, como la del Atlético de Madrid, el lateral siguó los consejos de tu técnico y fichó en 1953. "No conozco Zaragoza y esta puede ser una buena oportunidad para hacerlo", le dijo.

No le costó mucho ganarse a la grada de Torrero y aún menos hacerse con el 2, dorsal necesario para un lateral de bien. Domingo Balmanya advirtió su potencial como extremo, pero lo intentó ceder.

LLEGA EL MADRID

No obstante, el cese del técnico evitó tal movimiento y entonces llegó Edmundo Suárez, Mundo, y le dio una titularidad que ya no dejaría, debutando el 29 de noviembre ante el Salamanca. Pequeño y liviano, rápido y escurridizo, hay quien dice que fue el primer lateral --y quizá el primer hombre-- que hizo dos cosas a la vez: defender y atacar. Sin descuidar la retaguardia, combinaba en la creación y, sobre todo, aparecía. Rellenaba el espacio para sorprender la espalda de las defensas de los rivales.

Pedro Villegas, volante derecho, lo aprovechaba y le surtía instintivamente, casi sin mirar. Con la compañía de Alustiza en el centro de la zaga, de Bernad en la izquierda y de Lasheras bajo los palos, Torres formó parte de la defensa menos goleada de la Liga. Y no porque los atacantes fueran mansos. Gaínza, Manchón, Collar, Arza, Alsúa y, sobre todo, Gento, extremos izquierdos, probaron --y comprobaron-- la fiabilidad de aquel lateral atacante. Quizá por ello, el Real Madrid, ante las lesiones de Becerril y Atienza, le reclamó en 1957. El Zaragoza aceptó cederlo durante varios meses; ganó la Copa Latina, pero su etapa blanca (disputó siete partidos) y también su carrera quedarían marcadas por la Copa de Europa. Titular en el 2-0 ante la Fiorentina en la final, Torres se convirtió en el primer aragonés en conquistar el máximo título europeo (era el segundo para el Madrid) el 30 de mayo de 1957. Kopa, Gento y Di Stéfano andaban por allí. Cesáreo Alierta no aceptó el millón y medio de pesetas que ofreció el Madrid por el lateral, y este acabó su carrera en Zaragoza. En 1962, tras 195 partidos y con solo 29 años, en su plenitud, se retiró y se dedicó hasta hoy a su tienda de moda de la calle Cádiz. Ya había subido la banda demasiadas veces.