En el medio siglo anterior a que Agapito apareciese en las vidas de los zaragocistas, un descenso era algo tan inesperadamente grave que más de uno tuvo que salir corriendo de la ciudad para evitar males mayores. Este hecho es ordinario hoy en día, y como tal hay que considerarlo con los nefastos datos en la mano. Fue, sin embargo, insólito durante casi toda la segunda mitad del siglo XX, cuando era un drama singular. Era más, era una afrenta. Se ha convertido en algo común, sin embargo, sobre todo desde que llegó el que sigue siendo el máximo accionista. Ayer confirmó el Zaragoza que no subirá, que por primera vez desde los 50 estará más de un año en Segunda (fueron tres, entre el 53 y el 56). Hay que darle las gracias a Agapito, que continúa arrasando. Su ruinoso club tampoco levanta cabeza este año. Condenado sigue.

Ya nada asusta en el análisis de Agapito, que ha acostumbrado al entorno a generar únicamente malas noticias. Así que el hecho de que el Zaragoza esté obligado a seguir un año más en Segunda no supuso ningún altercado fuera de lo común, asumido el desastre y la ignominia como está desde hace días. Se podrá decir que es justo porque el Zaragoza no ha hecho más que defraudar, a imagen y semejanza de sus gestores. Los datos, más allá del deforme fútbol, vienen a demostrar que Agapito y todos de los que se ha rodeado han sido los peores dirigentes de la historia del club. Ahí es nada.

Es fácil comprobarlo. Entre las temporadas 1955-56 y 2005-06, solo en tres ocasiones visitó el Zaragoza el infierno. Cayó en la 70-71, en el ocaso de los Magníficos, y en la 76-77, cuando se acababan los Zaraguayos. Tras dos ciclos acostumbrados al fútbol con admiraciones, resultan hasta comprensibles los trompazos. Después, tras los felices 90, en el 2002 cerró casi un cuarto de centuria entre los mejores, sumando finales, títulos y buenas clasificaciones. En todas ellas se rehizo a la primera. Logró, además, enderezar el rumbo con bonitos proyectos guardados entre imágenes imborrables.

A Alfonso Soláns le ocurrió la desgracia aquel año que había gastado más que nunca para no volver a sufrir. Ese descenso de Villarreal en el 2002 fue, no obstante, rápidamente solucionado. En un año, el Zaragoza estaba de vuelta a Primera. En la misma temporada de su regreso era capaz de configurar una plantilla estupenda, con Gabi Milito, Savio, Villa... y le entregaba a Agapito un equipo bien parecido, con los dos primeros aún, y Diego Milito, Ewerthon, Cani, Sergio García, Óscar...

Pero llegó el soriano y este asqueroso presente. Hoy comienza su noveno año como dueño. En tres de ellos ha tenido al Zaragoza en Segunda, un infierno acostumbrado que, increíblemente, es mucho mejor que él.