El Real Zaragoza pegó ante el Hércules un frenazo numérico a la progresión que llevaba en las últimas semanas, al no sumar su tercera victoria consecutiva, pero lo cierto es que mantuvo las constantes vitales en cuanto a fútbol e intensidad y que se hizo acreedor de un triunfo que no llegó por el orden y el buen trabajo colectivo del rival y también por la falta de fortuna en los metros finales de un equipo más que aseado que ayer echó en falta un 9 de área, un rematador. El empate mantiene la carga de razones de Herrera en que ha encontrado un camino futbolístico, del que no se quiere apartar, y permite seguir en la zona de promoción de ascenso, por lo que no penaliza el momento del Zaragoza. Por eso tuvo ese sabor dulce dentro de la amargura que implica no mantener esa racha triunfal que llevaba el equipo en este 2014.

El partido tuvo en el Zaragoza al clarísimo dominador. El Hércules, como confesó sin tapujos después Quique Hernández, llegó a La Romareda a nadar y a guardar la ropa, apelando al trabajo y al orden y esperando que llegara una contra para llevarse el premio gordo del botín. Con todo, el punto les servía. Y bien que se notó en lo mucho que perdieron tiempo, sobre todo el meta Falcón, que realizó varias intervenciones de mérito para ser el mejor del rival.

LA ROMAREDA EMPUJA La afición, de nuevo enchufada y empujando al equipo, es el mejor ejemplo de lo que ha cambiado el Zaragoza, que ahora tiene más fútbol y es más bloque. Por supuesto que la victoria es lo que vale, pero con esa actitud y con esa intensidad poco o nada se le puede reprochar a los jugadores. En todo caso, esa conexión con la grada es una estupenda noticia, porque el Zaragoza va a necesitar mucho su ayuda en esta Segunda tan igualada, donde ahora solo hay tres puntos entre el primero y el octavo tras 22 jornadas de Liga ya disputadas.

Con el único y esperado cambio de Fernández, que cumplió pero que está muy lejos de plantearle batalla a Cortés por el puesto, arrancó el Zaragoza, con ese 4-1-3-2 con Acevedo entre Luis García y Barkero para aumentar la capacidad de asociación con el balón y con Montañés arriba junto a Roger. El pleito no tardó en tener color zaragocista y Falcón despejó el primer tiro de Acevedo tras una jugada de Roger y Barkero. El meta se lució acto seguido en un cabezazo de Álvaro en un córner.

El Hércules apenas inquietaba, salvo alguna contra aislada, como la que acabó en un disparo de Portillo, porque el Zaragoza estaba bien ubicado atrás, donde la tranquilidad de Arzo ha sido y va a ser una bendición para Álvaro. El cántabro hizo el mejor partido de su irregular curso y parte se lo debe al aplomo que le supone su nuevo compañero en el eje. Con el Hércules bien ordenado, con Yuste y Sissoko desplegando oficio y agresividad en la medular y con una buena labor defensiva, sobre todo en los centrales, al Zaragoza le costaba bastante plasmar su superioridad en ocasiones claras. Dos centros de Roger, activo y con movilidad, pero sin gol, no los pudo aprovechar Montañés. En uno no llegó por muy poco y en otro Falcón volvió a aparecer.

Ferreiro, el más destacado del ataque visitante, tuvo la gran ocasión del Hércules, pero surgió Leo Franco para rechazar el balón, mientras que al descanso se llegó con una disparo de Acevedo, donde la suerte se alió en su mal despeje con Falcón. Herrera no tocó el equipo. Le asistía la razón en lo mostrado, pese a que Luis García, demasiado lento, y Barkero, impreciso, no ofrecían su mejor versión.

Montañés, que empezó demasiadas cosas y generó inquietud pese a acabar pocas, capitaneó las operaciones tras el descanso. El Zaragoza, en el que Acevedo mantenía un nivel alto y compensaba el errático partido de Paglialunga en el pase, ofreció más ruido que nueces en la segunda parte. Dominó y quiso siempre, pero Falcón tuvo menos trabajo. Un mal remate de Roger, una falta lanzada por Luis García, un intento de Barkero... Poca cosa para un equipo cada vez más atascado y que pedía cambios. Tardó, por cierto, un mundo en hacerlos Herrera. Víctor debió salir antes, aunque eta vez no pudo ejercer de revulsivo.

Álvaro salvó un remate con el que ya se relamía Sardinero tras un error grosero de Paglialunga y el central protestó un penalti en el área del Hércules que no pareció tras una salida desde atrás llena de potencia. Con Henríquez, una sombra de lo que debe ser, sobre el césped y tras un disparo de Luis García que rozó el palo en jugada de Montañés, el Hércules ya no veía la hora de que acabara el choque mientras el Zaragoza se empecinaba en entrar por el medio y perdía movilidad arriba. El partido murió cerca de la portería de Falcón, pero no llegó ese gol salvador que quitara la amargura a este empate también dulce.