A estas alturas, el fin justifica los medios. No lo duden. La necesidad manda y la obligación se impone sobre cuestiones accesorias como la diversión o el disfrute. La nefasta temporada del Zaragoza le ha llevado de cabeza al pragmatismo y a abrazarse a la victoria por lo civil o por la criminal. Ganar y punto. Victoria más que Víctor. Sudando la gota gorda, derrochando trabajo sucio y haciendo del fútbol una cosa seria. Poco queda de aquel equipo divertido y valiente de hace un par de meses. El Zaragoza es otro. Ha cambiado. El fútbol es ahora una simple cuestión de supervivencia.

No fue superior el equipo aragonés ayer al Elche. De hecho, el cuadro alicantino pudo merecer mejor suerte, pero se topó con Cristian, el salvador de siempre, y con lo nunca visto. Porque el Zaragoza se adelantó en el marcador a los cuatro minutos, el tanto más tempranero de la temporada para los aragoneses, que, además, ponían fin a una racha de más de cinco meses sin anotar en casa antes del descanso. Linares acabó con el maleficio tras aprovechar un gran centro de Pep Biel al que había habilitado Guitián con un pase enorme.

El tanto, tan reclamado por Víctor, recompensaba una salida en tromba de un Zaragoza que en los primeros dos minutos había forzado sendos saques de esquina merced a otras tantas llegadas. Animado por un graderío colosal que ayer impartió una lección de zaragocismo para guardar en un lugar sagrado en la memoria, el equipo aragonés se entregaba a Pep Biel, la gran novedad del 4-4-1-1 dispuesto ayer por Víctor. El balear, activo e incisivo, era un incordio constante para un Elche que, sin embargo, no tardó en quitarse de encima el acoso del rival. Lo hizo desde los costados, flancos señalados por Pacheta como la parcela a explotar. Alexander rozó el empate en una internada que culminó con una rosca demasiado cruzada en un primer aviso al que seguirían dos más. Qasmi, de cabeza, y Josan, de tacón, se toparon con Cristian y sus manos mágicas. Por entonces, el partido era del Elche ante un Zaragoza que, si bien conseguía escapar de la adelantada línea de presión de su oponente, sufría en las bandas.

La lesión de Benito, que sufrío el tercer percance muscular de la temporada, obligó a Víctor a realizar un cambio cuando apenas se había atravesado el primer cuarto del encuentro. El partido no era un derroche de estética, pero tenía un pase. El Elche, de la mano de un notable Javi Flores, prometía seguir amenazando y el Zaragoza, tan voluntarioso como nervioso, trataba de acostumbrarse a esa sensación extraña de estar por delante del adversario en el marcador.

Todo pudo ser más fácil si Dani Calvo no hubiese entorpecido el remate franco de Soro a apenas cinco minutos del descanso. La ocasión volvió a encender a La Romareda, sin duda lo mejor del encuentro de ayer. A esas alturas, el aficionado era plenamente consciente de que volvería a sufrir. Y mucho.

No se equivocó. La segunda parte, en todo caso, fue un espanto de principio a fin. El Elche amagaba con dar un paso al frente y el Zaragoza con darlo hacia atrás y, poco a poco, el fútbol fue dejando paso a las imprecisiones, a los nervios y al tedio. Ivan, a los diez minutos de la reanudación, metió el miedo en el cuerpo a La Romareda con un disparo que pasó cerca de la escuadra de Cristian justo antes de que ambos técnicos movieran el banquillo. Pacheta lo hizo por partida doble. Tekio y Borja sustituyeron a Alexander González e Iván, mientras que Víctor fortaleció la medular dando entrada a Ros por un aplaudido Biel. Tocaba tirar de pico y pala para proteger con uñas y dientes un triunfo que era oro en paño para volver a poner tierra de por medio respecto al abismo.

El Zaragoza se empeñaba en protegerse. La consigna era clara: solidez, solidaridad y ni un solo error. No los hubo. Al menos, ninguno escandaloso de esos que han venido sucediéndose durante la temporada. El Elche no llegaba. Una gran noticia.

Soro y Linares gozaron de sendas ocasiones en los dos únicos acercamientos de los aragoneses en este periodo, pero el canterano, errático ayer, y el delantero, todo pundonor y coraje, no acertaron a rematar con acierto y dejaron vivo a un Elche que para entonces ya no contaba con Nino, sustituido por Pacheta para respiro de La Romareda.

Hasta el final, el Zaragoza, dañado por la paupérrima calidad física de su plantilla, se dedicó a aguantar el resultado con uñas y dientes. De eso se trataba. De nada más. Y lo logró. Y La Romareda, el tesoro más preciado de este club, lo festejó aliviada. El bostezo dio paso al fin a la sonrisa. Misión cumplida.

Real Zaragoza, 1

Elche, 0

Real Zaragoza: Cristian, Benito (Delmás, m.22), Guitián, Dorado, Zapater, Eguaras, James, Pep Biel (Javi Ros, m.67), Aguirre (Guti, m.79), Soro, Linares.

Elche: Edgar Badía, Alexander González (Tekio, m 65), Gonzalo, Dani Calvo, Neider, Manuel, Iván (Borja, m.65), Josan, Javi Flores, Nino (Castro, m.79), Qasmi.

Gol: 1-0, m. 4, Linares remata a la red un gran centro de Pep Biel tras gran pase de Guitián.

Árbitro: Milla Alvéndiz (5). Colegio andaluz.

Tarjetas: Amonestó a los jugadores del Zaragoza Soro, Aguirre, Biel, Delmás y al segundo técnico, Loreto. Por el Elche, a Gonzalo, Alexander y Manuel.

Incidencias: 21. 000 espectadores.