Si el Zaragoza no logra la victoria esta noche ante el Granada, acabará la jornada, casi con total probabilidad, en puestos de descenso a Segunda B. Así de claro. Así de triste. Así de fuerte. Tan solo se han disputado once jornadas del campeonato marcado a fuego por el zaragocismo para regresar a la tierra prometida, y el equipo deambula al borde del abismo con más miedo que alma. Así que la visita del Granada, inquilino de la zona alta de la tabla, se convierte en una final en pleno mes de noviembre. Una victoria sería oxígeno puro para un Zaragoza cuya última victoria se remonta a hace casi dos meses. Siete encuentros consecutvos -ocho contando la eliminación copera ante el Cádiz- sin nada que celebrar. Un mundo. Un drama. Otro fracaso agravaría el delicado estado de salud del Zaragoza y del zaragocismo y abocaría al equipo aragonés a los puestos que mandan directamente al infierno.

Así, con el fuego asediando el trasero de los aragoneses, el Zaragoza afronta, seguramente, el partido más importante desde el sofocón del playoff ante el Numancia. Quedan tres cuartos de competición por delante, sí, pero el terreno perdido respecto a cualquier aspiración es tan amplio que ya solo vale ganar. Para ello, el club mandó a casa a Idiakez y trajo a Lucas Alcaraz. El norte y el sur. El día y la noche. Adiós al experimento y apuesta por el entrenador más experimentado que había en el mercado. El cambio, sin embargo, no dio fruto en Elche, donde el Zaragoza perdió víctima de sí mismo. Indecentes errores individuales y nula capacidad para asociar la posesión con llegadas. Así que el debut de Alcaraz en La Romareda, ante el equipo de su tierra, se convierte en una reválida para todos. El técnico ya ha dispuesto de varias sesiones preparatorias para trasladar su mensaje. Claro que sigue contando con bajas relevantes, sobre todo en vanguardia. No estarán Papu ni Álvaro pero sí Marc Gual, cuya recuperación es un soplo de aire fresco para un Zaragoza incapaz de marcar en jugada desde que faltan sus dos atacantes de referencia. Y ya han pasado más de seis horas. Casi nada.

Los problemas ofensivos del equipo invitan a pensar que el badalonés formará de inicio, aunque Alcaraz dejó entrever ciertas dudas al respecto en la rueda de prensa previa al choque. La cuestión es cómo explotar los minutos que tenga Gual en el cuerpo tras tres semanas sin jugar. Esperar o no. O de inicio o más tarde. Entre él, Pombo, Aguirre y Buff se disputarán las dos posiciones más adelantadas y el vértice superior del rombo. Solo el canterano parece contar con un sitio asegurado en un sistema al que Alcaraz trata de dotar de ciertos rasgos distintivos. Presión tras pérdida, delanteros más abiertos y líneas más juntas. Así formó el Zaragoza de inicio en Elche y así rindió a un nivel aceptable hasta que llegó el primer tanto local.

Está por ver si el garrafal error de Verdasca en ese tanto o los despistes de Girppo les cuestan la titularidad o no en detrimento de un Álex Muñoz con los nudillos en carne viva de tanto llamar a puertas que nunca se abren. Ya avisó Alcaraz de que no habrá muchos cambios. Si los hay, uno sería en el centro de la defensa y otro en vanguardia. En el centro del campo, Eguaras, Zapater y James tienen todos los números para repetir, aunque Ros es la alternativa al canterano en la conquista del oxígeno.