El fútbol va a volver a vencer. El derbi aragonés no podía tener un escenario peor; un lunes a las 21.00 horas. Las televisiones suelen distribuir los partidos de cada jornada en función de sus objetivos comerciales, dejando relegado a un segundo plano al aficionado, ese elemento imprescindible dentro del balompié. Pero el derbi aragonés va a ser una excepción dentro de esa clásica estampa de estadios casi vacíos en el primer día de la semana, donde se suele ver más asientos de plástico que aficionados. El Alcoraz presentará una gran entrada, pese a un horario que torpedea la presencia de seguidores.

Ayer se detuvo la venta de entradas en el estadio de El Alcoraz. Y es que la festividad del día de todos los Santos pospuso por un día las largas filas que se amontonan dentro de las oficinas. El ritmo de venta invita a que el remodelado estadio azulgrana presente un ambiente acorde a la cita, rozando el lleno absoluto de un feudo que tiene capacidad para cerca de 5.500 espectadores.

Este partido es todo un acontecimiento para ambas aficiones. Una de esas citas que se miran nada más salir el calendario de la temporada para conocer las fechas en las que tocará viajar. La rivalidad territorial y la proximidad geográfica hacen de este encuentro una excelente ocasión para que los aficionados tomen sus banderas, porten sus bufandas, y disfruten de la sana rivalidad tan característica dentro de este deporte. Todo esto pese al horario, una hora en la que los más jóvenes del lugar rogarán a sus padres que les dejen asistir al fútbol, ya que al día siguiente tendrán clase. Donde aquellos que vivan en pueblos alejados de la capital oscense tengan que plantearse si pueden asistir, o los aficionados del Real Zaragoza, que tendrán una hora en coche hasta que vuelvan a sus respectivos hogares. No todos podrán asistir, no es un partido para todos los públicos. Pero, aún así, El Alcoraz apunta a rozar el lleno.

En Huesca hay muchas ganas de esta nueva oportunidad para poder ver si su equipo por fin logra derrotar al Real Zaragoza en la época reciente. Ya que, allá por 1951, la extinta UD Huesca logró su único triunfo sobre el club zaragozano gracias a un 2-0 en el antiguo campo de San Jorge. Pero ahora son otros tiempos, y la sed de victoria local es muy grande. Por el otro lado está el Real Zaragoza, preso de su situación en Segunda. Condenado a campar otra temporada más alejado de lo que fue, y sigue siendo, lejos de su esencia. El club blanquiazul aún no ha perdido ante el actual Huesca, viviendo unos últimos encuentros de sentimientos dispares. Como el gol de Ander Herrera en la portería donde los aficionados zaragocistas abarrotaban el fondo sur de El Alcoraz, o aquella remontada bajo un césped ahogado por la intensa lluvia, con la imagen de un Zapater desatado tras concluir el encuentro con 2-3. Más amargo fue el recuerdo del día en el que el conjunto dirigido por aquel entonces por Lluis Carreras vio como se truncaban sus aspiraciones de ascenso después de un extraordinario tanto de Samu Sáiz.

El lunes se vivirá una noche de fútbol, aunque suene raro. Se han vendido cerca de 3.600 entradas, más las 500 que la Federación de Peñas del Zaragoza ya ha distribuido y las cerca de 150 que concederán al resto de zaragocistas Hoy continuarán las largas filas para hacerse con un papel que les acredite para presenciar otro choque con aroma aragonés. Para vivir esos encuentros que dan vida al fútbol, donde los sentimientos desde la grada están a flor de piel y los goles se celebran como si cada aficionado hubiera introducido el balón al fondo de la red. Pese al horario, pese al esperpento de tener que asistir a un partido un lunes por la noche, el derbi aragonés presentará un extraordinario ambiente. Con el fervor típico en una cita de alto voltaje, algo que ninguna televisión puede transmitir. El fútbol es imparable.