El grito con el que Álex Alegría celebró su primer tanto con el Real Zaragoza expulsó del cuerpo del extremeño la rabia y ansiedad acumuladas tras más de 400 minutos sin marcar, pero el alarido salió del alma. El tanto no solo ponía por delante al equipo aragonés en una cita clave, sino que terminaba, al fin, con la maldición que persigue a los delanteros centros zaragocistas más allá de Narváez. El cabezazo, como mandan los cánones, quitaba un peso de encima a un futbolista que apenas horas antes había reclamado, casi implorado, la compañía de otro delantero. JIM recogió el guante y le situó a Narváez al lado. El fútbol le dio la razón a Alegría, que completó un partido brillante. La losa había desaparecido.

Ganó el Zaragoza porque fue mejor y lo mereció. Gestionó mejor el partido tras el tanto balsámico y, además, se encontró con una decisión arbitral favorable apenas tres minutos después del gol. Pomares batió a Cristian tras un saque de esquina mal defendido por los aragoneses, pero Moreno Aragón vio falta previa sobre Zapater y, tras consulta al VAR, ordenó repetir el saque de esquina al entender que el balón aún no estaba en juego cuando el ejeano había sido derribado. Ramis se echaba las manos a la cabeza mientras el Zaragoza en pleno guiñaba un ojo al cielo.

Hasta entonces, el equipo aragonés, configurado en un 4-4-2 muchas veces en rombo con James en el vértice superior, había transmitido las dudas propias de un equipo tocado tras las dos últimas derrotas consecutivas. Y eso que Zapater, en la enésima reivindicación de utilidad del capitán, había metido el susto en el cuerpo a Dani Hernández nada más empezar con un lanzamiento de falta que el meta desvió con apuros. Aunque la rápida respuesta de Valera, con un centro-chut que no encontró a Fran Sol por poco, envolvió a los locales en sudores fríos.

Tras un disparo lejano de Aitor Sanz que Cristian, seguro otra vez, detuvo sin mayores problemas, llegó el tanto local. Bermejo corrió la banda derecha como si fuera un extremo nato y su centro, con la pierna menos buena, fue directo a la cabeza de Álex Alegría, que batió a Dani Hernández marcando los tiempos y enviando el balón lejos de su alcance.

El gol, más liberador que nunca, ponía el partido donde más le gusta a JIM, consciente de las extremas dificultades de su equipo para avanzar cuesta arriba. Pero la siguiente jugada estuvo cerca de devolver la contienda al punto de partida. Pomares avisó con un cabezazo que desvió Cristian y, tras un saque de esquina innecesariamente cedido por Nieto, llegó la polémica con el tanto anulado al propio Pomares ante la masiva protesta del Tenerife, que estuvo a punto de volver a marcar en la segunda edición del córner ya que Pomares, otra vez, y Bermejo se estrellaron con Cristian y Álex Alegría cuando sus remates olían a red. El mayúsculo susto advertía al Zaragoza de la imperiosa necesidad de rescatar la seguridad defensiva si quería salir vivo.

Pero James, con dificultades para entender su posición, y Narváez, demasiado estático y con una desesperante querencia por recibir al pie y nunca al espacio, obligaban a sus compañeros a multiplicar esfuerzos. Poco a poco, el trabajo colectivo fue mejorando y el Zaragoza, de nuevo por mediación de Alegría, acarició el segundo con un remate con buena pinta que Sipcic desvió.

La gestión de JIM tras el descanso se antojaba vital para que el Zaragoza, mucho más sereno y cómodo en la reanudación, aguantara el tirón de un Tenerife que solo encontraba vías a balón parado. Francés, inconmensurable, hacía raya atrás y Alegría impartía un recital de juego de espaldas y de batallas ganadas que James primero y Chavarría después no acertaron a acompañar con buenos disparos.

Ramis movió el banco en busca de profundidad, pero JIM respondió dando entrada a Peybernes y construir un muro con tres centrales que neutralizó cualquier ofensiva de un Tenerife que solo inquietaba a balón parado. Pero tampoco ahí había agujeros. El Zaragoza, con Cristian rescatando solidez por arriba, desbarataba todas las acometidas y trataba de sentenciar a la contra. Nieto pudo hacerlo al rematar bien un córner pero Dani Hernández mantuvo con vida a los suyos un poco más. Solo para seguir agonizando.