El 2017 no será un año de entrañable recuerdo para el Real Zaragoza, más bien todo lo contrario. El conjunto aragonés ha seguido una trayectoria uniforme en la segunda vuelta del curso 2016-17 y durante el primer tramo de la presente campaña, con unos números que rozan el aprobado para conseguir amarrar la permanencia en Segunda División. De los 43 encuentros que ha disputado en la totalidad del calendario liguero se han cosechado 46 puntos, o lo que es lo mismo, una cifra que otorga un billete directo a la Segunda B. Se cierra un año nefasto, un año de descenso.

Durante estos 365 días, el Real Zaragoza ha contado con los servicios de tres técnicos, siendo Natxo González el actual ocupante de un banquillo cada vez más electrificado. Una situación deportiva rellena de inestabilidad y una dirección deportiva sacudida por los cambios, este caldo de cultivo fue el peor de los contextos para un equipo al que, además, no le han acompañado los resultados positivos.

El cese de Raúl Agné se produjo tras una humillante derrota en La Romareda, allá por el mes de marzo, frente al filial del Sevilla. La caída en picado en la que estaba sumergido el club aragonés era angustiosa; el descenso atraía a la escuadra con sus tenebrosos cantos de sirena, mientras que la dinámica de resultados y juego hacían encender todas las alarmas. La situación era crítica y César Láinez se tuvo que hacer con los mandos. A tres puntos del descenso y todavía con doce jornadas por delante.

Una dinámica de zona baja

El preparador zaragozano consiguió aplicar un torniquete a la profunda hemorragia que desangraba al Real Zaragoza. No solo frenó el desplome, sino que despertó una corriente optimista dentro de la estepa futbolística que era el conjunto aragonés. Tras cinco partidos sin perder, las posiciones de promoción no parecían tan lejanas.

Un espejismo que terminó por evaporarse después de la derrota frente al Getafe en La Romareda. Con los pies en el suelo, y un empate a cero artificial frente al Girona, el Zaragoza amarró una agónica permanencia con 50 puntos, tan solo dos por encima del abismo. Una segunda vuelta donde se cosecharon 23 puntos.

Una vez finalizada aquella campaña de los horrores se emprendió un nuevo proyecto bajo una premisa clara; el crecimiento mediante la estabilidad. Lalo Arantegui confió en Natxo González para construir sobre las ruinas que había dejado el equipo del anterior curso. Las vestiduras parecen ser distintas, pero el regusto parece no haber cambiado. La irregularidad de juego y resultados es similar y que, en el cómputo total, está ofreciendo una trayectoria pareja a la que se vivió en la recta final de la anterior Liga.

Hasta la fecha, y con el partido contra el filial del Barcelona aún pendiente para cerrar la primera vuelta, el Zaragoza suma también 23 puntos. Números pobres en cuanto al objetivo de mirar hacia la zona noble, y algo justos para cumplimentar con holgura una nueva permanencia en Segunda. Atendiendo a los 43 encuentros que el equipo del león ha disputado en el año 2017 se han logrado 46 puntos, una cifra pírrica, insuficiente para mantener la categoría.