Poco más de 30 kilómetros separan Gerona de Palamós. Hoy, un año después, el Zaragoza está muy cerca de donde sufrió una de las humillaciones más grandes de su historia, aquel 6-2 en el Municipal-Costa Brava en el epílogo liguero frente al Llagostera que ya ha quedado grabado para siempre en la historia negra del zaragocismo. Allí fue, como hoy, buscando un punto. Solo uno. En este caso para la clasificación matemática a los playoffs de ascenso, para intentar el regreso a la élite.

Nada se jugaba el Llagostera, ya descendido, en el envite. Solo el orgullo y el despedirse de Segunda de la forma más digna. El Zaragoza ponía mucho más en juego, pero fue un coladero terrible que Querol, ahora jugador del Reus y con cuatro dianas, aprovechó para hacer el partido de su vida. Imaz y Jordi López completaron un set doloroso y devastador. Nada fue igual desde ese día del que hoy se cumple un año.

Del once que saltó al Municipal-Costa Brava permanecen Isaac, Cabrera, Lanzarote y Javi Ros, que serán titulares hoy. También lo fue Dongou, ahora lesionado. Ángel, autor de uno de los dos goles (el otro lo anotó Jaime), salió en la segunda mitad. El resto de convocados hoy para la cita en Montilivi ni estuvo en Palamós, donde el resultado, por su extrañeza, deparó todo tipo de comentarios sobre primas, que el Llagostera siempre negó en voz muy alta y clara. Era impensable que un equipo ya descendido pudiera golear al Zaragoza con tanto en juego. De ahí que los fantasmas se vieran por todos lados.

La derrota provocó la salida de Lluis Carreras, que tenía su continuidad sellada con el playoff, y una sensación de desilusión y de tristeza en la afición que hizo que el club buscase en los retornos de Cani y Zapater los mecanismos para levantar el ánimo y edificar un proyecto que, bajo las directrices de Narcís Juliá y con Luis Milla en el banquillo, desde el primer momento se vio que no iba a funcionar. De hecho, con cambios de entrenador y de director deportivo, se busca acabar hoy una dura campaña.