En este mercado de invierno de color tan gris como la propia temporada, el Real Zaragoza ha tratado de apuntalar todas las líneas: el centro de la defensa, el medio del campo y la delantera. No ha habido ningún fichaje capaz de encandilar por sí mismo, de nombre llamativo y fuste inconfundible. Más bien futbolistas de perfil medio, complementarios a lo que ya había y que, con su presencia, la dirección deportiva ha buscado multiplicar la competencia por un puesto en el equipo y, producto de ello, generar un mayor rendimiento colectivo y consecuentemente mejorar los resultados. Esa es la teoría de la pequeña reconstrucción que ha llevado a cabo Miguel Torrecilla. Lo que producirá en la práctica está por ver.

Ni rendimiento colectivo, solo algunos casos individuales aislados, ni buenos resultados. Aunque Juan Ignacio Martínez lo ha empezado a remendar con los trucos de los viejos zorros del fútbol, el Real Zaragoza no ha tenido este año prácticamente nada de lo que hay que tener para ser un aspirante en Segunda. Únicamente una muy atractiva cifra de goles encajados: 22, solo mejorada por ocho rivales, entre ellos los seis primeros.

El principal problema del equipo ha sido su alarmante falta de gol, con 15 tantos reales en 23 jornadas, a razón de 0,6 por partido, una cifra incompatible con cualquier futuro. Juanjo Narváez ha respondido a su expectativa con siete dianas. Los otros de autoría propia se han repartido entre Bermejo, Adrián, Iván Azón, James, Chavarría y Ros, uno por barba. Los cero convertidos por el Toro Fernández y Vuckic, con dos de las fichas más elevadas de la plantilla, han sido una losa terrible.

Las apuestas de Torrecilla para corregir semejante disfunción son manifiestas. El propio Toro, al que tanto él como el técnico han llenado de elogios para intentar recuperarlo anímicamente, de momento sin éxito. Y Álex Alegría, en el que el Zaragoza ha invertido una cantidad significativa de dinero en enero. Un delantero muy fuerte, alto, capaz de jugar de espaldas, de estirar el equipo y buen rematador de área. Un nueve clásico que llegó a Primera pero que no logró quedarse y que ha vivido de mudanza en mudanza las últimas temporadas buscándose a sí mismo. En la última campaña, en el Extremadura hizo seis tantos en Liga.

Alegría ha sido la principal carta que ha jugado Torrecilla y sobre sus anchas espaldas ha depositado su decisión más importante de este enero y, por lo tanto, el acierto o el desacierto de una elección muy personal. De él se esperan goles. Porque goles es lo que fundamentalmente necesita el Zaragoza, que lleguen como tengan que llegar, pero goles. Generados por la propia calidad individual de los atacantes, producto de una mejor sinergia del grupo o de una construcción del juego más solvente y eficaz que consiga producir más y mejores ocasiones. Como sea, pero goles.