El descontrol y la ineficacia en las dos áreas viene lastrando al Zaragoza durante toda la temporada. La falta de efectividad arriba y los errores atrás han penalizado en exceso a un equipo aragonés demasiado frágil en las zonas donde se deciden los partidos y donde el fútbol dicta sentencia. Ante Alcorcón y Oviedo, el Zaragoza volvió a sucumbir presa de esa incapacidad que parecía haber quedado superada desde la llegada de JIM. No es así.

Los dos errores de Cristian Álvarez marcan ambos encuentros. El tanto en propia puerta del meta argentino frente al Alcorcón y su indecisión en el centro que acabó siendo rematado a gol por Rodri en el Tartiere acabaron siendo determinantes en sendas derrotas por la mínima que provocan el regreso de viejos fantasmas al recordar otros errores defensivos graves que también resultaron decisivos en jornadas precedentes.

El error de Jair, también colaborador junto a Nieto en el desajuste en la marca sobre Rodri en el Tartiere, el fallo en la marca del Toro Fernández sobre Andújar en Cartagena, las malas defensas a balón parado en Ponferrada o Tenerife, entre otras, con errores en las salidas de Cristian o Ratón (ante el Oviedo en La Romareda) son algunos ejemplos de la falta de dominio del área propia en el pasado reciente. Y es que el Zaragoza está demasiado habituado al error aunque con JIM parecía haber alcanzado la dosis necesaria de seguridad y solvencia para salir adelante.

El gran azote

Claro que el gran problema está justo al otro lado. La sequía anotadora del Zaragoza amenaza seriamente su vida y le mantiene anclado en la desazón, justo al borde del abismo. Tres de los cuatro delanteros fichados entre verano e invierno (Vuckic, Toro Fernández y Álex Alegría) aún no han estrenado su cuenta anotadora y el otro, Narváez, el único que marca, ha sido desplazado a la izquierda.

La falta de gol del Zaragoza es una constante. No ha marcado en el 43% de los partidos (en 12 de los 27) y solo en cuatro ha hecho más de un gol, si bien había conseguido incrementar notablemente su caudal de llegadas y la gestión de ocasiones. Sin embargo, los dos últimos compromisos han devuelto aquella escuadra incapaz de acercarse siquiera a las inmediaciones del área rival. El Zaragoza no marca porque no llega, tal y como lo reflejan las estadísticas de los dos últimos partidos.

Ante el Alcorcón, el equipo creó dos ocasiones pero ni el disparo de Narváez ni el cabezazo de Alegría fueron entre los tres palos. Los únicos intentos que sí lo hicieron fueron un disparo muy flojo de Chavarría y un remate de Azón que también acabó llegando muy despacio al meta rival.

En Oviedo la cosa fue similar. Apenas dos tiros y ninguno de ellos llegó a puerta ya que tanto el de Narváez como el de Nieto se estrellaron en Grippo antes de alcanzar el marco. Bermejo, en la primera parte, lo había intentado, muy flojo, desde lejos.