Ahí atrás, faltaría por definir cómo es Óscar Whalley, qué respuesta será capaz de dar cuando el fútbol apriete. En los dos partidos jugados, al portero se le puede definir por gustos o sensaciones, no por una impresión de realidad. Se le ha reprobado cierta lentitud, o ese modo de desaire con el que se aleja del guardameta palomitero. En fin, que no se tira a por algunos balones que van más aquí que allá, lo que a la gente no le deja de extrañar. Un par le dieron en el palo el sábado, ni se inmutó el muchacho. Por ahí se le aprecia una gran cualidad, la tranquilidad con la que afronta los partidos. Seguridad aún no transmite, es el duro reto para este cancerbero zaragozano de solo 20 años. Ya se sabe que a los jóvenes arqueros se les tuerce el gesto. Es la desconfianza hacia el novato. Con ello tendrá que lidiar si no quiere bajarse del tren.

Por delante de Whalley está tejiendo Víctor Muñoz la línea sobre la que quiere basar el regreso a Primera División. La ha trabajado con meticulosidad durante toda la pretemporada, pese a saber que tendría que cambiar la mitad cuando llegase la verdad. Ahí coincide con Martín González, que ya anunció en su presentación que, para él, los equipos se construyen desde la defensa. Entre uno y otro han aguantado a los dos laterales del pasado año, que parecen otros de verdad. A Diego Rico no se le ve como un aprendiz, ni mentalmente ni en sus movimientos. La pasada campaña, tan dura, le ha curtido hasta el punto de que parece perfilado para ser el lateral zurdo del Zaragoza durante muchos años. Solo tiene 21.

Caso similar es el de la otra banda con José Fernández, que ha tenido un comportamiento ejemplar en el Zaragoza. Víctor le dio toda la confianza desde el mismo día que llegó. David Cortés (35 años) salió y, se mire por donde se mire, fue un acierto. El día que cambió el rol del cordobés, apareció el fútbol que se le suponía. Sus dos primeros partidos de Liga han sido al menos de notable, con buena colocación defensiva, seguridad con el balón y apariciones interesantes en ataque. No comete el error de querer ser extremo. Es un lateral que irrumpe y pone buenos centros, como el que supuso el gol ante el Osasuna. Y muestra un compromiso necesario en un proyecto tan joven.

LOS CENTRALES

En el centro de la defensa ha aparecido la sensación Vallejo. Víctor ha ido empujándolo durante todo el verano, una vez que fue consciente de que era el mejor futbolista que había en la casa. No ha decepcionado. Siempre concentrado, siempre dispuesto, solo el exceso de ímpetu le puede perjudicar. Es incontenible, claro. Lógico en un chico de 17 años con ganas de comerse el mundo del fútbol. No iba a ser titular, pero las circunstancias zaragocistas y su rendimiento le han dado plaza en los choques que han abierto el campeonato.

Nada que reprochar a sus dos primeros compañeros. Cabrera estuvo más que correcto en el debut ante el Recre y Mario dio una impresión buenísima el sábado, atento al corte y sin problemas con el balón. Aún queda por detrás el veterano Rubén, que tendrá sus minutos para completar una estructura sólida a la que se añadirán los centrocampistas.

Primero, Dorca, un mediocentro inteligente que puede presumir de conocer los secretos de su posición. Se coloca bien, va siempre por alto y roba con asiduidad. A eso le añade sensatez en la distribución, en la que le ayuda Ruiz de Galarreta, que ha confirmado con su responsabilidad defensiva que no ha llegado para lucirse en artes más llamativas. Si es persistente en el trabajo, se puede pensar que el armazón primero está casi hecho.