Es casi una misión imposible en los últimos tiempos vencer en Anduva. No solo en este curso, donde el Cádiz, en el primer partido como local del Mirandés, ha sido el único capaz de ganar, tanto en Liga (ocho empates y cinco victorias), como en Copa, con tres triunfos más ante equipos de Primera (Celta, Sevilla y Villarreal). En los cursos anteriores desde su descenso a Segunda B en junio del 2017 también ha sido casi un feudo inexpugnable. De hecho, en las tres últimas temporadas y en los 57 partidos entre Liga, de Segunda B y Segunda, y de 'playoff' de ascenso, el Mirandés solo ha caído en seis, con 33 victorias y 18 derrotas para completar un balance que aún es todavía mejor si se miran los dos últimos años naturales, desde febrero del 2018, ya que solo tres equipos se han llevado todo el botín de Anduva. Casi nada...

En la 17-18 en la categoría de bronce y con Pablo Alfaro como entrenador solo la Real Sociedad B, el Leioa y el Racing ganaron en ese escenario en la Liga regular, pero lo hicieron antes de febrero del 2018. Desde entonces solo lo logró en el 'playoff' el Extremadura para eliminar al conjunto burgalés. En la 18-19 y en el año del ascenso con Borja Jiménez, solo el CD Vitoria y en la jornada 37, cuando el Mirandés ya no podía alcanzar la primera plaza y estaba clasificado para los 'playoffs', ganó en ese escenario. En Segunda B esa fortaleza casera tenía su explicación en el poder del Mirandés, candidato siempre a volver a la categoría de plata, al margen de la perfecta comunión que existe entre la grada y el equipo. «Esto es Anduva. Anduva que te empuja, te empuja con el alma y te lleva en volandas», se escucha en la última década en este estadio, con capacidad para 5.700 espectadores y que en la actualidad tiene unos 3.500 socios. También desde octubre del 2017 se realiza al final de cada partido entre el equipo y la afición el 'Haka rojillo', como muestra de la comunión entre la grada y los jugadores, similar al que popularizó la selección de Islandia en el último Mundial.

El caso es que el ascenso no ha cambiado la fortaleza casera del Mirandés, que solo dobló la rodilla contra el Cádiz el 24 de agosto por 1-2 en el primer partido de la temporada. El equipo de Iraola, tercer límite salarial más bajo de la categoría, con 5,08 millones tras la actualización después del mercado de enero, está haciendo una temporada brillante y en casa ha firmado cinco victorias ligueras, ante Oviedo, Fuenlabrada, Extremadura, Las Palmas y Huesca, y nada menos que ocho empates, incluidos los tres últimos partidos ante su gente. Málaga, Alcorcón, Lugo, Tenerife, Sporting, Racing, Rayo y Albacete han sido capaces de llevarse un punto del coliseo rojillo, un campo que engaña en sus dimensiones, por la cercanía de las gradas con el césped, pero que en todo caso sí que supone una sensación de olla a presión en la que la afición del cuadro burgalés empuja mucho a sus futbolistas.

Este escenario, donde el Zaragoza ha ganado dos veces, ambas por la mínima (0-1) y ha empatado otras dos por 1-1 en Segunda, es el que tiene que conquistar el equipo de Víctor. Si lo logra, viendo la historia reciente, habrá firmado casi una hazaña, porque así cabe denominar el asalto a este fortín.