El orden, el trabajo, la mentalización, la inteligencia de los jugadores y, sobre todo, jugar siempre en equipo. Ahí estuvieron las claves». Víctor Muñoz fue el estratega y no tiene dudas de que en el espíritu de bloque estuvo el secreto para frenar a un Madrid lanzado, líder de la Liga, en cuartos de Champions y que desde aquel día ya no fue el mismo. El Zaragoza fue un equipo con mayúsculas y solo así pudo doblegar a semejante enemigo.

Y, claro, el aspecto mental tuvo mucho que ver. El Madrid era favorito, el Zaragoza, casi un invitado a su fiesta: «El trabajo fue sobre todo de mentalización, de pensar en competir, en dar el máximo. Y la motivación vino por los jugadores, por creer que también teníamos algo que decir. Ellos eran favoritos, pero nosotros teníamos nuestras armas », rememora el entrenador aragonés, que logró que sus jugadores salieran al césped aislados de todo el ruido mediático que situaba la final como un pase militar para el Madrid: «Fuimos convencidos de que podíamos hacer algo, eso es lo que en todo momento quise transmitirles, que nosotros podíamos realizar un partido excelente y ganarles. Traté de convencerles de cómo defenderles y de cómo hacerles año arriba», recuerda.

Para Víctor fue vital la concentración en Perelada (Girona) los días antes de la final, porque «nos sentimos muy cómodos, sirvió para aislarnos. Preparamos exhaustivamente el partido, con todos los detalles. Nosotros estábamos presionados de alguna forma por la Liga, con el objetivo de no bajar...», introduce el entrenador para hablar de cómo trabajó la defensa de un rival que tenía a Zidane, Figo, Raúl, Guti, Beckham, Solari o Roberto Carlos. «Ellos iban a tener la iniciativa, la posesión de balón y nuestra idea era hacerles daño, con un buen trabajo en la presión para compensar nuestras deficiencias con respecto a su nivel. Por ejemplo, en muchos entrenamientos previos trabajábamos con uno menos con el posible equipo titular incidiendo esa superioridad con el balón que el Madrid iba a tener».

El Zaragoza tuvo menos el balón que su rival, pero se movió como un bloque, no dejando pensar al Madrid: «La presión fue vital, se trataba de que ningún jugador del Real Madrid se sintiera cómodo. Insistí mucho en las ayudas, que cuando recibiera por ejemplo Figo tuviera la presión encima de Toledo y de otro jugador que le apoyase en el uno contra uno, donde ellos eran mejores. La generosidad y la solidaridad del bloque fueron muy importantes ». La defensa blanca con Míchel Salgado, Helguera o Raúl Bravo era más débil que su ataque y «quisimos hacerles daño por las bandas, con Savio sobre todo y también con Cani. Abrir al rival por ahí».

SOLO DE FALTA / «Que el Madrid marcara los dos goles de falta (Beckham y Roberto Carlos) habla de lo bien que lo hicimos. Teniendo tantas alternativas es llamativo, porque estaban acostumbrados a hacer muchos goles en jugada, a jugar con comodidad, de forma preciosista. Y no pudieron», incide el técnico, que no niega que la ausencia de Ronaldo Nazario vino bien al Zaragoza: «No se supo seguro que iba a ser baja hasta última hora. Preparamos el partido igual que si hubiera estado, aunque claro que influyó su baja, era un goleador realmente espectacular».

El partido se abre con un gol de Beckham en el minuto 24, pero solo cuatro después empató Dani tras recoger un centro de Savio. «Empatar pronto produjo ese efecto anímico muy importante. El equipo no se descompuso ». Tanto, que se adelantó antes del descanso, con el penalti que transformó Villa, aunque Roberto Carlos puso el empate al salir del descanso. El momento decisivo que tiene Víctor llega después. «Nada más pasar la expulsión de Cani (m.65) hice un cambio que era muy impopular y que fue fructífero y necesario. Salió Generelo y fue fundamental para neutralizar a Zidane y para tapar mejor a un equipo que en esos momentos estaba con superioridad».

El otro movimiento táctico decisivo había llegado antes, la salida al campo de Galletti en el minuto 60: «Claro que fue decisivo, hizo el gol. Recuerdo que antes del partido hubo controversia entre si debía jugar él o Cani de titular». Jugó el de Torrero, que se vació en el césped, pero que fue expulsado: «Elegí así, porque pensaba que Cani nos podía aportar más cosas y después no fue así, ya que le expulsaron. Pero Galletti también estaba ahí, era importante, un jugador que podía ser fundamental aunque no saliera de inicio».

Lo fue con ese gol, donde se premió un partido redondo: «Le pegó con determinación. Cuando vi salir el balón ya vi claro que entraba». Ese golpeo lleno de fe del Hueso resume el trabajo y la convicción de un equipo que en Montjuïc fue superlativo.