Salva Sevilla se hizo un nombre en el fútbol profesional en el Betis, al que llegó en el verano del 2010 procedente del Salamanca y de la mano de Víctor Fernández, que le convenció para que hiciera las maletas y pusiera el rumbo con destino a Heliópolis: «Me llamó, hablé varias veces con él y me convenció de la idea de ir al Betis. Yo era muy joven (26 años entonces), lo había visto a él mucho por la tele, sabía cómo juegan siempre sus equipos y tenía ganas de que me dirigiera», asegura el centrocampista almeriense. Pero se quedó en eso, en las ganas.

Aquel verano fue muy convulso en el Betis. La jueza Mercedes Ayala paralizó la venta del club al grupo Bitton Sport -con Luis Oliver a la cabeza- y suspendió a Ruiz de Lopera de su papel de administrador del Betis. Se marcharon Momparlet y Cañas de la secretaría técnica verdiblanca y también lo hizo Víctor, que tras coger al equipo a mitad de temporada lo dejó cuarto y al borde del ascenso. «Estoy súper agradecido por cómo me trató, por la oportunidad que me dio de estar en ese equipo, que fue muy importante en mi carrera, un salto fundamental. Es que el Betis fue mi trampolín, me dio mucho nombre y me abrió puertas para el futuro», afirma el jugador, para añadir: «Me quedó esa espinita de que no me entrenara. Cómo habla, cómo transmite… Me habría encantado».

El Betis subió con Salva Sevilla llevando la manija en el ataque, con su fútbol de seda y su visión para el último pase, y con Pepe Mel en el banquillo y después hasta llegó a disputar la Europa League con el cuadro andaluz. Ahora, el centrocampista, a sus 35 años, consume las últimas gotas de calidad de su fútbol en el Mallorca, con la plena confianza de Vicente Moreno. Ya fue el guía del equipo en el ascenso a Segunda y ahora lo es en ese puesto de playoff que ocupa el conjunto balear: «Nuestro único objetivo es ganar al Zaragoza. Esa es nuestra mentalidad desde el año pasado y no vamos a cambiar. Eso sí, salvados ya estamos virtualmente. Ahora, por qué no llegar al final al playoff».

Sueña el veterano futbolista, al que le queda un año más de contrato, con retirarse en Primera con la camiseta del Mallorca, tras dos ascensos seguidos con ese club. «Estoy en un momento de disfrutar cada partido como el último porque no sé hasta dónde va a llegar la cuerda. Los años no pasan en balde para nadie, pero lo más importante es el nivel mental, la ilusión que tengas. Yo vivo por y para el fútbol y hoy me siento como un chaval de 28», sentencia, reconociendo que ese retorno a Primera sería un colofón estupendo para su carrera.

Para ello, al Mallorca le quedan 11 finales y la victoria asegurada contra el Reus. Y la primera es contra el Zaragoza esta noche. «Casi cualquier jugador de esa plantilla tiene mucho nivel, pero no empezaron bien, los cambios de entrenador no ayudan nada en la continuidad y la exigencia y la presión que hay allí pesan mucho, juegan en tu contra a veces y pasan factura. Además, esta Segunda es muy perra, una categoría muy igualada», explica, lanzando un mensaje que sonará a palabras tranquilizadoras para el zaragocismo: «No lo veo descendiendo a Segunda B, de verdad que no».

Tantos años de fútbol le dan a Salva Sevilla para observar bien a los rivales y del Zaragoza destaca a «Eguaras, que me gusta cómo juega, y al portero, que me parece espectacular. Con Chechu coincidí en el Betis y es un central de muchas garantías. Y Pombo, un gran jugador», concluye.