El Zaragoza ha vivido un intenso arranque de año y no es que eso sea novedad desde que Agapito Iglesias está al frente, porque el soriano hace tiempo que instaló al club en el caos, pero estos 12 días de 2014 han dado para mucho, para demandas por impagos, de Movilla, José Mari y Paredes, para tensiones, cruces de declaraciones, terremotos dentro de la plantilla de los que se ha salido con una mayor unidad y también para ganar en Gijón a uno de los gallos de Segunda para pisar por primera vez la promoción. En medio de la crisis institucional y con graves problemas económicos, el Zaragoza tiene ante el Alcorcón la posibilidad de asentarse en esos puestos con premio y hasta acercarse a los de billete directo, para, junto con el siguiente partido, también en casa ante el Hércules, tomar con decisión una autopista que conduce a la salida hacia Primera. Así, los dos encuentros seguidos ante su gente pueden marcar un punto de inflexión. Ojalá lo hagan.

ECUADOR DE LIGA La igualdad, o más bien la mediocridad de la categoría, ha permitido al Zaragoza mantener vivas todas sus opciones de subir cuando la Liga llega hoy al ecuador, pero el equipo apenas ha arrancado, salvo en algún momento aislado. Sin embargo, en un duelo intenso y con tensión en Gijón se vio a un bloque con alma, con corazón, capaz de superar adversidades y con un espíritu de unidad ante los problemas que invitó al optimismo. Queda por ver si fue solo un espejismo, porque el Zaragoza otras veces también dio una versión aceptable --Mallorca, Las Palmas, Riazor-- y después se diluyó sin solución.

La Romareda vivió en el 2013 un auténtico calvario, con muchas derrotas, hasta ocho entre Primera y Segunda, y demasiados puntos que se dejaron escapar. El Zaragoza necesita cambiar su faz ante los suyos. Ha sumado 15 de 30 puntos posibles en casa, aunque ahora lleva tres partidos seguidos sin perder en el Municipal. En esas tres citas --Girona (1-0), Córdoba (2-1) y Murcia (0-0)-- la frialdad y hasta a veces la repulsa o la ironía fueron la respuesta de la grada a su equipo. La afición está hastiada, harta de estar harta, pero es vital para este Zaragoza tan triste, que sobre el césped debe darle algo más. O mucho más. El club, por cierto, ha incentivado hoy y ante el Hércules la asistencia a La Romareda, donde las entradas todo el curso han sido bajísimas, otra señal de divorcio.

UN RIVAL EN APUROS Paco Herrera, ya un experto en capear temporales, mantiene fuera a los tres denunciantes y tampoco está Henríquez, aún con los efectos de una gripe más propia de extraterrestres. Las victorias invitan poco a tocar el equipo, pero Cidoncha, pese a su gol en Gijón, puede quedarse fuera y Luis García es el candidato a jugar, porque el partido hace pensar que el Zaragoza va a tener mucho el balón.

El Alcorcón de Miguel Álvarez, que estrena propietario (el belga Roland Duchatelet), representa a la perfección esos equipos que tan mal se le dan al Zaragoza. Como el Eibar, el Jaén, el Mirandés, el Lugo... Un bloque trabajado, intenso en defensa y que ha perdido potencial en ataque --es el menos goleador de Segunda--, con respecto al curso pasado, donde rozó el ascenso. Es el segundo equipo menos goleado de la categoría, en ocho de sus partidos el rival no marcó, aunque eso solo le da de momento para pelear por no bajar, con dos puntos de renta, y tiene su principal potencial para marcar en las jugadas de estrategia, factor que tan mal domina el Zaragoza, aunque Arzo debe suponer una mejora ahí. En el Alcorcón juega Javito, autor del gol con el Aris que dio el primer tiro al proyecto de Agapito. Después llegarían más. Y el Zaragoza aún trata de salir de ese pozo que comenzó con aquella diana. El primer paso es retornar a la élite. Quizá a través de esta salida.