«Fue un hombre muy sereno, de club, muy tranquilo y un apasionado del fútbol al que no le gustaba el protagonismo». Así define José Ángel Zalba, presidente del Real Zaragoza de 1971 a 1977 y de 1988 a 1992, a Avelino Chaves, «un trabajador incansable, que cumplía hasta el extremo con su obligación». Bajo su mandato, Chaves fichó a Nino Arrúa, uno de los mejores futbolistas que han pasado por La Romareda. «Siempre contaba que se tuvo que esconder en el hotel por las amenazas, ya que era un jugador muy solicitado», recuerda Zalba, que subraya que aquel secretario técnico «tenía fichas de todos los jugadores en activo en España y de muchos del extranjero, que las actualizaba leyendo crónicas de todos los diarios y buscando información».

Aquel futbolista paraguayo hizo historia con un Zaragoza que llegó a proclamarse subcampeón de Liga, un hito sin precedentes y que ya no volvería a repetirse. «No existen palabras para describir lo mucho que lamento su pérdida, fue un padre para mí, que siempre estuvo cerca a lo largo de mi carrera. Lo voy a recordar muchísimo», expuso ayer Arrúa, muy emocionado.

La hoja de servicios de Avelino Chaves está repleta de figuras y leyendas. Otra de ellas es Juan Alberto Barbas, aquel excelso centrocampista argentino que recaló en el Zaragoza en los 80 de la mano del secretario técnico. «Me sorprendió que supiera todo de mi vida: cómo era, si tenía novia, con quién me relacionaba. Me dijo que necesitaba también saber eso porque como jugador tenía muy claro que me iba a fichar», rememora el exfutbolista. «Fue mi descubridor, la persona que me hizo descubrir Zaragoza y Aragón, un tipo muy especial al que tenía mucho cariño, era una persona increíble».

Un hombre «de bien»

También Miguel Pardeza o Jorge Valdano lamentan su pérdida. «Uno de los sabios del fútbol que he conocido. Será imposible olvidarlo», asegura el onubense, campeón de la Recopa en el 95. «Le estaré eternamente agradecido. Era una persona auténtica, un hombre de bien que siempre estaba detrás del jugador y pendiente de que se sintiera bien. Era un sabio discreto», resume el argentino, que también llegó al Zaragoza de la mano de Chaves.

Como Pichi Alonso, al que fichó del Castellón. «Me hice una casa en Benicarló y me decía que deberías tener una foto mía en la entrada, y yo le solía contestar: ‘tú tendrías que tener una mía en tu casa porque gracias a mis goles sigues ahí’», bromea el exdelantero, que lo recuerda como «una muy buena persona, muy cercano, siempre tuve una relación extraordinaria con él. Forma parte de la historia del Zaragoza, ha vivido siempre del fútbol. Él formó parte de esa etapa, siempre intentaba asesorarme, venía a hablar conmigo y me hacía ver cosas que por mi juventud yo no veía en ese momento pero él sí por su experiencia», añade Pichi.

Hasta el final

Chaves ya se había retirado como futbolista cuando Canario llegó al Zaragoza, pero el Magnífico lo conoció bien. Hasta el final. «Una o dos veces a la semana bajaba a su casa y hablábamos un rato porque de memoria estaba mejor que cualquiera hasta hace una semana, que bajé a verlo y ya no me reconoció. Hablábamos de todo y me preguntaba cómo veía al Zaragoza. Él se metía en su cuartico y veía los partidos y luego comentábamos cómo veíamos al equipo».

Sí lo vio jugar el expresidente Ángel Aznar. «Era sensacional, un extremo vertical y veloz que hacía los 100 metros en un tiempo récord. Era un espectáculo verlo jugar», recuerda. Ya en la secretaría técnica le recomendó fichara Rubén Sosa. «Para mí es un Magnífico más en la historia del Zaragoza, porque él ayudó muchísimo con los traspasos de futbolistas que él había fichado a sostener al club. Era un tipo muy honrado y un zaragocista que lo dio todo por la entidad».

Chaves fichó a Pedro Herrera como jugador y como técnico, así que «le debo mucho», asegura el bilbaíno, con el que coincidió dos años antes de cederle el testigo. «Cuando llegué como secretario técnico fue por su recomendación a Soláns padre cuando se hizo con el club en 1992, después de la salida de Víctor Muñoz como director deportivo. Yo estaba entonces en la secretaría técnica del Celta», recuerda Herrera, que destaca la «discreción» de Chaves. «Era muy inteligente y muy conocedor del fútbol. El Zaragoza le debe también muchísimo, porque su sabiduría futbolística está fuera de toda duda, pero es que además era muy buen tipo».