Vuelta a la normalidad para Rubén Baraja y para el Real Zaragoza. Aunque Lalo Arantegui 24 horas antes había comentado que se esperaba el regreso del técnico para la próxima semana ("Si todo va normal, se incorpora la semana que viene y no se pierde entrenamientos", dijo), el preparador vallisoletano por fin este sábado se pudo vestir de corto y dirigir su primera sesión con el equipo aragonés en la Ciudad Deportiva tras superar el coronavirus. Una doble gran noticia para el entrenador y para sus jugadores.

Baraja, en primer lugar, reconoció estar "muy contento de poder estar aquí ya", así como que, entre unas cosas y otras, "han sido unos días un poco extraños sin poder estar con el equipo habiendo comenzado". "El último test nos dio la tranquilidad de que podía volver a trabajar y afortunadamente estoy bien", apostilló.

A pesar de que se ha perdido la primera semana de trabajo casi completa, la merma no ha sido muy grande ya que "a través de las herramientas del club he podido seguir los entrenamientos y he estado en continuo contacto con el cuerpo técnico". Además, recordó que "también es una semana diferente porque las sesiones (salvo la de este viernes, en la que no estuvo) han sido en solitario".

Pero todo eso ya es pasado, una página olvidada, y Baraja es muy consciente de que la pretemporada es demasiado corta y que el equipo tiene poco tiempo para entender y llevar a la práctica sus ideas: "En esta primera semana el protocolo te obliga a entrenar individual y ha sido una primera toma de contacto, una valoración de cómo venían los jugadores y trabajar un poco el aspecto aeróbico, la readaptación después de las vacaciones. Ya esta semana que viene, que hay partidos, trabajaremos más con balón, subiremos la intensidad y meteremos los conceptos que son imprescindibles para nosotros porque no hay mucho tiempo y tenemos que tratar de ser certeros en la asimilación de conceptos", resaltó.