El Zaragoza terminó la jornada 25, entrada la Liga ya en febrero, a solo dos puntos del descenso. La zona de playoff a la que accederá este mismo sábado si gana en El Sadar estaba nada menos que a diez de distancia. Se ha comido esa distancia que pareció un mundo en solo cinco jornadas. Ahora es candidato por derecho, para más de uno favorito al ascenso si es capaz de sostener su intachable racha de estas últimas semanas. Ha cambiado el foco, que ahora alumbra hacia arriba, que casi exige victorias. «Bendita presión», dijo ayer Borja Iglesias, la luz de ataque de este Zaragoza: «Y bendito problema, mucho mejor que estar con el agua en el cuello, mirando si los demás ganan y te meten abajo».

Al mismo ritmo que los resultados ha cambiado el discurso, que fue cauto al principio y temeroso después. Incluso más de uno, precisamente para no meter presión al equipo, evitó la palabra ascenso. Cualquier tipo de ascenso. Ya no se renuncia a nada, ni siquiera a las dos primeras plazas. El Zaragoza ha elevado su estima, se encuentra fuerte, se diría que imponente sobre el campo, donde hoy en día se siente superior. «No queremos ponernos un techo», dice el gallego, seguro de que su equipo no es aún sobresaliente: «La intención es mirar hacia arriba y seguir mejorando. Tenemos margen de mejora, veremos dónde nos coloca el tiempo».

La siguiente respuesta explica el grado de confianza que ha tomado el equipo en estas semanas triunfales. Ayer le preguntaron al goleador si podría llegar el Zaragoza al ascenso directo, que marca el Rayo con 54 puntos, ocho más que el equipo aragonés. La cuestión habría sonado a imprudencia hace bien poco. «Ser positivo no es malo», dijo Borja poco extrañado por la pregunta. Matizó, no obstante: «Hay que ser realista y, obviamente, es difícil. Pero si seguimos en esta dinámica, veremos qué pasa».

De momento, el conjunto de Natxo González se enfrenta a uno de esos campos desagradables. No pasa buenos ratos en Pamplona, bien se sabe. Tampoco le suelen lucir los resultados, aunque los dos últimos fueron positivos: 1-1 en la 15-16 con gol de Lanzarote y 0-1 en la anterior, cuando marcó Ruiz de Galarreta. En el vestuario ya han advertido de lo que allí espera. «Han comentado que es un partido muy tenso, de alto voltaje, y que se genera una atmósfera complicada para jugar. Será más agresiva, pero tenemos que pensar en nosotros. Estamos en un buen momento para afrontar una situación así».

De momento, se han recetado calma, por aquello de la nueva confianza con la que se mueve el equipo. «Es un partido con muchos condicionantes que lo hacen especial. A día de hoy estamos tranquilos, veremos conforme pasan las horas cómo se afronta. Hay que ir con tranquilidad, sabiendo que estamos haciendo las cosas bien», cuenta Borja, que explica bien fácil el momento: «Era algo que todos deseábamos hace tiempo. Ahora estamos en buena dinámica y hay que aprovecharlo. Sabíamos que esto podía llegar en algún momento, que se podía hacer. Estamos muy contentos por llegar a este momento de la temporada en esta situación».

Aunque de puertas adentro siempre se hacen quinielas de puntos y rivales, hacia fuera no llegan las primeras conjeturas. «Las cuentas son algo tan impredecible que no puedes tenerlo claro. Seguimos pensando en ganar y ganar, que es lo que nos ha puesto ahí». Así, no hay estimaciones globales ni particulares para Borja, que tampoco anticipa una cifra de goles.

El ariete ha cambiado los silbidos de la tarde del Córdoba por la ovación de la matinal del pasado domingo. «Ya dije que ojalá me silben siempre por algo del juego, por una decisión mala, y no por falta de actitud. Eso no pasará, aunque pueda estar más o menos acertado. Lo entiendo, lo escucho e intento analizarlo para mejorar», dijo Borja, que le da vueltas a esos goles que se escapan: «He tenido ocasiones aparentemente fáciles, que en su momento podrían suponer más tranquilidad. Sí que le doy vueltas, pero también pienso que lo importante es tenerlas. Un día tienes una y la metes y otro tienes cinco y no entra ninguna. Hay que convivir con eso, el error es algo que aparece siempre», concluye sereno Borja, que ha recuperado la sonrisa del primer día.