Quien más quien menos recuperó la ilusión de alcanzar cotas mayores con la resurrección del equipo de la mano de Víctor Fernández y, sobre todo, con la confianza en el futuro que daba verlo jugar, con la vuelta de las victorias o, al menos, con esa satisfactoria sensación de estar siempre rondándolas. La sensacional entrada en La Romareda en el partido contra el Albacete fue la constatación de esa regeneración. El empate y la posterior derrota ante Osasuna han enfriado el ánimo colectivo. Después de nueve jornadas con el técnico aragonés, la distancia con el sexto clasificado sigue inamovible: trece puntos. La mejoría solamente ha servido para alejar el descenso.

Sin embargo, los mensajes que han salido del vestuario desde el 1-0 de El Sadar han ido en una misma dirección: mantener viva esa llama de esperanza. Benito, Verdasca, Zapater... Todos han abanderado un discurso similar. En privado, la cosa es diferente en el club: la empresa se ve casi inviable. Resulta elogiable, eso sí, que la plantilla no desista. Hace una semana hacían falta 11 victorias en 15 partidos, ahora 11 en 14. El Zaragoza de Víctor está sumando el 55,5% de los puntos en juego. El líder, Osasuna, ha ganado el 63%. De aquí al final, el Zaragoza necesita quedarse con el 78% para lo que sería, de alcanzarla, una hazaña imponente.