No se le puede negar al Zaragoza el rácano esfuerzo para que su despedida de la temporada estuviera en plena consonancia con el nivel mostrado durante gran parte de la misma. Con el traspaso de poder accionarial de por medio, con un intrascendente partido en Santo domingo y con el calor y las ganas de los jugadores de tomar la maleta, meter la toalla y olvidarse de su pésima campaña, el partido en Alcorcón se convirtió en un tostón insufrible, en un monumento al bostezo, en otra ración de mediocridad de la que solo se salvaron los canteranos Whalley y Tierno y algún destello de Víctor. Eso, siendo generosos. El gol de cabeza de Óscar Plano hizo justicia porque el Alcorcón, que no se dejó tampoco la piel en el empeño, sí puso más intención y deseo de despedir la temporada con una victoria. El Zaragoza, ni eso.

No ha tenido alma ni garra este equipo durante la mayor parte del curso y parecía casi un milagro que la exhibiera en un partido con nada en juego por los contendientes. Ni el aliciente de las despedidas, ni el deseo de agradar a los representantes del grupo que acaba de comprar el Zaragoza les sirvió de estímulo. Si no les han servido de aliciente durante la temporada la camiseta, el escudo, la afición y un club con una dilatada historia... Con esa desgana, el Zaragoza firmó una derrota, una despedida a la altura de tan triste campaña. Menos mal que ya ha acabado.

Así que el Zaragoza empezará el próximo curso por segundo año seguido en la categoría de plata tras 60 años sin vivir algo así y tendrá que olvidar el bochorno de su último partido oficial de esta temporada, el primero tras la salida de Agapito Iglesias. Con Álamo y los regresos tras sanción de Rico y Álvaro el Zaragoza decidió salir dormido, una práctica muy habitual, y el Alcorcón pronto tomó el mando.

BAJO NIVEL Es verdad que la baja intensidad y el ritmo cansino del choque provocaron que las fuerzas se nivelaran, pero era el Alcorcón el que más intención demostraba. Pacheco, la banda derecha de Sales e Iribas y Óscar Plano eran los jugadores más peligrosos del equipo local. Plano cabeceó un buen centro de Sales en la mejor jugada local hasta que Whalley, mucho mejor que en su debut, salvó un gol cantado por un cabezazo a bocajarro de Babin tras un córner. ¿El Zaragoza? Alguna escaramuza de Víctor, disparo flojo incluido, la potencia sin resultado de Álamo y, eso sí, la solvencia de Tierno en el medio. Pare usted de contar.

Tras el descanso, Pacheco volvió a hacer lucirse a Whalley con un intento de gol desde la medular y el Zaragoza decidió pedirle al reloj que corriera lo más posible, sin tener demasiada respuesta. Se olvidó del fútbol, algo que ni las salidas de Diego Suárez, Barkero y David Cortés, olvidado por Víctor hasta ayer, remediaron. Más aún, al equipo se le aumentó la cara de cadáver futbolístico, mientras muchos de los jugadores ya se veían en la playa, sobre todo Ángelo, sustituido en la segunda parte tras otra ración de mediocridad.

LA SENTENCIA Así, un cabezazo de Óscar Plano, que superó a Álvaro a centro de Iribas, supuso la diferencia entre el que intentó ganar a pesar de no jugarse nada y el que fue al partido con el aire de firmar el expediente y marcharse. Eso es lo que hizo el Zaragoza, que no ha parado de dar motivos a sus aficionados para sentir bochorno a lo largo del curso. Ni en la despedida el equipo quiso liberar a su gente de esa sensación en la enésima ración de mediocridad de un curso que por suerte para los zaragocistas ha acabado. Ojalá todo cambie el 24 de agosto.