Sergio volvió a partir. Dejó su querida Zaragoza para tratar de seguir progresando en su carrera deportiva. Lo hizo con dudas, ya que escoger un destino favorable nunca es sencillo. De todas las propuestas que tenía sobre la mesa se decantó por la del Barakaldo. Ya le advirtieron, el grupo II está hecho para jugadores astutos y rudos. No todo vale en una categoría de contiendas plomizas y donde, muchas veces, la meteorología es el peor adversario. «Hay partidos que parecen auténticas batallas», relata el zaragozano.

Cuando la lluvia norteña se porta con malicia todo se hace más complicado. El campo se vuelve un barrizal y los jugadores tienen que combatir repletos de fango en partidos donde cada detalle marca la diferencia. Quizás, estas condiciones de alta adversidad estén siendo el mejor maestro de Sergio. «Estoy aprendiendo bastante porque el propio grupo te lo exige. Sobre todo en tener picardías en el momento que lo exigen y que en un filial no aprendes».

El coloquialmente denominado grupo vasco agrupa una legión de futbolistas que saben latín. De experiencia contrastada a base de cicatrices y de un amplio expediente de partidos a sus espaldas. Entre tanto veterano de guerra se está curtiendo Sergio Buenacasa. Un cachorro que está disfrutando de lo lindo en Lasesarre. El aragonés está haciendo gala de una sorprendente madurez para afrontar partidos de alta exigencia. «Aquí nadie viene y te dice lo que tienes que hacer. Tú mismo te das cuenta de cómo maneja la gente de tu equipo las situaciones decisivas. Los partidos suelen decidirse por la mínima, con solo un gol. Entonces hay que saber cómo gestionar esas ventajas. Hay situaciones que aprendes a gestionarlas, como cuando quedan pocos minutos y buscas el contacto con los defensas para que te hagan falta y pausar el partido», relata Buenacasa.

Goleador en el barro

Sergio está dando sus primeros pases en la categoría de bronce. Pese a tener 21 años se ha hecho con un hueco de peso dentro del equipo, tal es así que ha jugado en los 31 encuentros disputados hasta ahora, siendo titular 23 de ellos. «Mis compañeros me arroparon desde que llegué. Me decían que tenía muy buenas características y me motivaban. No vine como un fichaje estrella ni nada parecido, era uno más para ganarme el puesto. Pero en pretemporada, tras meter gol al Racing y al Sporting, me hice un pequeño hueco», relata Sergio.

Sus once dianas hasta la fecha le colocan como uno de los atacantes más destacados atendiendo a su edad. «Ahora estoy disfrutando mucho, he pasado dos años duros», explica Sergio. Su regreso a Zaragoza no fue tan bonito como esperaba. Llegó desde el filial de la Juventus como tercer delantero y terminó relegado al olvido. «Tomé la decisión personal de ir a Zaragoza porque yo soy zaragocista. Quería ir al equipo de mi vida… En cuanto me llamó el Zaragoza dejé de ser objetivo como un trabajador de fútbol y actué como un chico que quería volver a casa. Quizás no di el 100% de mí, pero tampoco me dieron media hora en un partido para demostrar algo» asevera el delantero del Barakaldo. Un chico que ya está atrayendo las miradas en el grupo II de Segunda B y que, a sus 21, todavía tiene muchas batallas por ganar.