-¿Qué hace ahora?

-Trabajar mucho, mucho, mucho. Trabajo aquí en la iglesia, produciendo eventos con mi mujer que es cantante, y también trabajo con los niños y con muchas otras cosas.

-¿Sigue relacionado de alguna manera con el fútbol?

-Sí, siempre. El fútbol, la familia y la iglesia son los tres pilares de mi vida.

-¿Entrena en algún club?

-Trabajo con las escuelas y con los jóvenes de la escuela, también con el club en el que juega mi hijo aquí en Río de Janeiro, el Boavista. Estamos siempre con ellos y trabajando con ellos.

-¿De qué juega su hijo?

-Centrocampista como Kaká. Le encanta cómo juega Kaká, está todo el día fijándose.

-¿Cómo empezó usted?

-Comencé en la calle, después jugué a fútbol sala y luego fui a un equipo de Tercera División y de ahí llegué al Sao Paulo.

-¿Cómo recuerda su infancia?

-Soy de Sao Paulo, del interior, pero jugaba en las calles, en los campos que había. Había un terreno que estaba lleno de piedras, ahí con mis hermanos, con los amigos, limpiamos todas las piedras, hicimos un campo y ahí comenzó toda la historia.

-En Brasil qué niños no juegan al fútbol...

-Siempre, siempre ha sido así. Ahora está cambiando un poco porque algunas escuelas tienen su campo pero para los niños pobres la calle era lo único que teníamos para jugar y en cualquier sitio improvisábamos un campo para jugar al fútbol. Aquí todos los niños si tienen un espacio libre, ahí están jugando.

-¿Los niños de ahora salen menos a la calle?

-Eso está cambiando mucho, aquí y en todo el mundo. Hoy las cosas son más fáciles y antes esa pasión que teníamos por jugar creo que está disminuyendo un poquito. Pero hay muchos jóvenes que adoran jugar. Antes se hablaba siempre de fútbol, continuamente, hoy las conversaciones son diferentes y hablan de cosas que yo aún no sé qué son. Juegos, videojuegos y esas cosas.

-¿Quién era su ídolo?

-A mí me encantaban los jugadores de mi posición, entonces siempre me estaba fijando. Siempre fui un chico que tenía mucho tiempo para fijarme en la técnica y en cómo jugaban. Miraba a todos los defensas de mi época e intentaba aprender de todos.

-¿Siempre jugó de defensa?

-Sí, siempre.

-¿Cuál fue su trayectoria en Brasil hasta llegar al fútbol profesional?

-Comencé jugando en Sao Paulo y en el 97 Cafú y yo jugábamos juntos en un equipo de Tercera Dvisión. Estábamos siempre juntos, fuimos al Sao Paolo juntos y ahí fue cuando nos dimos cuenta de que podíamos ser futbolistas. Pero todo empezó en ese equipo de Tercera, el Itaquaquecetuba se llamaba. En el 97 fuimos al Sao Paulo y todo cambió. Trabajar con Tele Santana fue la mejor experiencia de mi vida. Porque no era solo entrenador, era papá, era psicológo, era todo. Miraba por nosotros y no solo quería que aprendiésemos a jugar al fútbol sino que fuésemos hombres responsables y que entendiéramos que el fútbol es algo que cambia muy rápido pero si teníamos bien amueblada la cabeza no nos meteríamos en líos. Era un padre que nos hizo entender que el fútbol era una cosa muy seria. Era muy disciplinado. El fútbol es para gente responsable, es algo que amamos pero debemos ser responsables. Es el mejor entrenador que tuve y cambió totalmente mi vida.

-¿Qué importancia tiene la cabeza en un profesional?

-Todo lo que pasa alrededor, las mujeres, los amigos, las oportunidades, te van a llevar a hacer cosas que como deportista no son posibles. Te crees que la vida va a ser muy fácil pero si no tienes cuidado todo esto que piensas puede cambiar y tu trayectoria puede terminar muy joven, como la de muchos compañeros míos, que no entendieron que ser futbolista no es solo jugar al fútbol sino vivir para el fútbol. Es un cambio muy grande que él nos enseñó y todos aquellos que escucharon sus consejos hoy tienen una buena vida, pero los que no escucharon hoy están viviendo en Brasil una vida muy dura.

-¿Siempre ha sido un amigo tan cercano de Cafú?

-Nuestras familias siempre fueron muy próximas y siempre hemos estado muy cerca, he podido ver cómo el fútbol ha cambiado su vida con todos los títulos, los campeonatos del mundo. Pero sigue siendo la misma persona, siempre está haciendo bromas, siempre alegre. Tiene muchos hijos, está trabajando con escuelas, con orfanatos, con su escuela aquí en Brasil, pero es la misma persona. Con otras responsabilidades pero como persona no ha cambiado nada.

-Él ya había estado en el equipo. ¿Le preguntó por el Real Zaragoza?

-Sí, fue mi maestro (ríe). Me lo dijo todo, que era un gran club, con personas muy amables, que me iban a acoger muy bien, que iba a estar en casa y que no me tendría que preocupar de nada más que de jugar al fútbol. Me dijo que el Zaragoza iba a ser mi familia y sucedió exactamente lo que me dijo.

-¿Cómo llegó al Zaragoza?

-Fue muy duro porque llegué en diciembre con un frío, nieve… y nosotros en Brasil en verano. Cuando llegué al aeropuerto iba en manga corta y no tenía ropa de invierno. Fue un lío porque no lo sabía y no había pasado tanto frío en mi vida. Fue una experiencia única. Me quería volver a casa (ríe).

-Vino a mitad de temporada, con el tercer cambio de entrenador y el equipo en apuros. ¿Qué se encontró cuando llegó?

-Llegué a mitad de temporada, el Zaragoza estaba muy mal, podía descender y tenía que jugar. Entrenaba y tenía un tratamiento diferente porque físicamente estaba agotado porque acababa de terminar una temporada muy dura en Brasil, pero sabía la responsabilidad que tenía con el Zaragoza para lograr la permanencia. Así que fue muy, muy duro. Fue una experiencia muy importante. Los primeros seis meses en Zaragoza fueron un cambio en mi vida muy grande. Gracias a Dios pude ayudar al equipo y fue muy importante para mí.

-¿Vino solo?

-Vine con mi hermano. Pero para él también fue muy difícil, era muy joven. Los dos crecimos mucho. Mi hermano se quedó allí y ahora es una persona increíble. Zaragoza es muy importante en su vida, ahora tiene su trabajo, su familia. Para nosotros fue algo increíble que yo agradezco mucho a Dios de haber estado en Zaragoza y haberme encontrado con tantas personas increíbles que, a día de hoy, siguen siendo mis amigos.

-¿Quién era el entrenador cuando llegó?

-Estaba Víctor, salió y entró Luis Costa. Una persona que me ayudó mucho, fue increíble conmigo. Santi Aragón, Mondragón, Kily González, Gustavo López, Xavi Aguado, todos querían que me quedara. Para mí fue muy importante conocerlos.

-Formó pareja con Aguado.

-Aguado me ayudó mucho porque ya tenía mucha experiencia, en muchos momentos que yo no conseguía hablar, comunicarme, y él me decía, tienes que aprender cinco o seis palabras básicas, ‘mira la espalda, cambia…’ y con eso me apañaba. ¿Qué tal está el Zaragoza ahora?

-En Segunda División.

-Ojalá que suba porque el Zaragoza es una pasión muy grande de la gente. Me acuerdo que en todos los partidos el campo estaba lleno, con familias, con niños. Yo tuve mi escuela de fútbol sala ahí y pude entrenar a muchos niños. Abrimos una escuela con más de 90 niños y hablaban todo el día de fútbol. Era un tiempo en el que la gente amaba, tenía una pasión muy grande por su equipo. Por eso es muy triste como está ahora.

-¿Cómo recuerda a la afición?

-El Zaragoza estaba pasando por una temporada muy dura y Soláns, el presidente, estaba muy cerca de nosotros. Eso fue muy importante porque él nos hacía ver la responsabilidad que teníamos, que no podíamos dejar que el Zaragoza bajara a Segunda. Los jugadores no solo teníamos una amistad muy grande sino que estábamos todos juntos porque en momentos de dificultad si cada uno piensa distinto el equipo sufre. Hay que conseguir que todos piensen la misma cosa y trabajen por la misma causa. Y no es fácil, porque siempre hay alguno que no juega, otro que está triste, otro que está en el banquillo… Si el ambiente del club no está bien la dificultad es mucho mayor. Y nosotros teníamos eso, todos estábamos unidos, apoyándonos unos a otros. Eso fue muy importante para no bajar.

-¿Notaba esa pasión en la calle?

-Creo que todo cambió cuando fui a hablar con Soláns y le dije que había muchas personas muy pobres en las calles y que quería ayudarles. Él me dijo, ¿qué quieres hacer, Dos Santos? Y una tarde juntamos a todos los futbolistas, llevamos las camisetas y las firmamos y recogimos cosas para llevárselas. A él le encantó la idea y lo hicimos, fue una tarde maravillosa, la recuerdo como si fuera hoy. La gente me preguntaba cómo yo un brasileño podía amar tanto a las personas que no eran de mi país. Y ahí comenzó la gente a tenerme un cariño importante, comenzó un cambio. El Zaragoza pasaba por un momento difícil pero yo pensaba en la gente que estaba peor que nosotros y la gente me paraba, me daban la enhorabuena y todo el mundo tuvo un gran cariño por mí. Fue una pequeña idea que tuvo una repercusión muy grande en toda la ciudad.

-¿Se implicó mucho?

-A mí me encantaba, estaba con los niños, les enseñaba a jugar al fúbol. La gente me traía balones, uniformes para los niños, bocadillos, cada entrenamiento era una fiesta. Hacer el bien al prójimo siempre tiene un gran impacto en la vida de la gente. Zaragoza fue mi escuela. Ojalá pudiera volver a vivir en Zaragoza con mi familia. Tengo muchas ganas de volver y pasar años con la familia allí. Amo Zaragoza. Lo estoy pensando mucho. Lo tengo hablado con mis hijos y mi mujer. No sé cuándo pero quiero volver.

-¿Se ha encontrado después con alguno de esos niños?

-No porque siempre son visitas muy rápidas, dos o tres días. Me hubiera gustado estar de vacaciones y pasar un tiempo con mi hermano. Estamos preparando algo, no sé si podrá ser en este 2019 o en el 2020.

-¿Por qué se marchó del Zaragoza?

-Quería desafíos nuevos y jugar en otro equipo, conocer otra gente. Para mí fue un desafío el Rayo. Fue un tiempo muy bueno en Madrid, con mis hermanos brasileños Roberto Carlos, Juninho, Savio, estábamos casi todo el día juntos. Fue un tiempo precioso. Mi mujer vino conmigo y fue un tiempo muy rico.

-Vallecas es un barrio humilde, ¿hizo algún acto solidario?

-Allí trabajé mucho más porque la gente tenía muchas carencias, más que en Zaragoza. Conocí gente increíble, un cantante que iba a la iglesia y trabajaba mucho con la gente. Estaba Kaká también, fue un tiempo muy bueno en el que pudimos ayudar a mucha gente.

-Luego volvió a Brasil.

-Sí, regresé a Brasil. Hasta hoy he seguido ayudando a la gente, es mi misión.

-¿Sigue jugando?

-Sí, jugamos con los amigos, con los jóvenes de la iglesia. Siempre estoy envuelto en fútbol. Nunca he parado.

-¿Mantiene contacto con alguien?

-Con el único es con Santi Aragón, que ahora está como agente en Madrid, siempre estaba hablando con él.