El dinero ha aniquilado más almas que el hierro cuerpos y eso debería saberlo el grupo de empresarios aragoneses que adquirió a Agapito Iglesias el paquete accionarial mayoritario de la SAD. Desde aquella firma lúgubre, incomprensible para cualquier comprador con un mínimo de raciocinio por las condiciones leoninas del contrato y su extraordinaria afabilidad con el vendedor de una propiedad arruinada, el espectáculo ha sido bochornoso. Aquella unión forzosa, gestada en un cerebro soriano, artificial (a Brumwell varios de los firmantes ni lo conocían...), ha acabado como vemos: como el rosario de la aurora, en una patética lucha cainita por un puñado de euros. Porca miseria.

En una pelea fea, de orgullos enfrentados por un pastel que se les está pudriendo en las manos. El daño está hecho. La lucha entre falsos hermanos es de poder y dinero. Y de si vender a Sheikh, excesivo en populismo pero con militancia detrás y al que Nayim da credibilidad, o prioritariamente a unos mexicanos. Y mientras, el Real Zaragoza consumiéndose.