A sus 30 años Ignacio Camacho (Zaragoza, 4-5-90) acaba de anunciar su retirada del fútbol tras tres años de un calvario que comenzó en el 2017 y que, desde septiembre del 2018, no le ha dejado jugar un partido oficial, con hasta cinco operaciones en el tobillo izquierdo. Salió de la cantera del Zaragoza en cadetes, en el 2005, pasó por el Atlético, triunfó en el Málaga y el Wolfsburgo pagó, en el 2017, 15 millones por su fichaje. El centrocampista vistió la Roja en todas las categorías, fue campeón de Europa sub-17 y sub-21 e internacional absoluto en una ocasión. Ahora, su futuro pasa por el fútbol formativo en Alemania y su regreso después a Málaga.

--Ha dicho en su retirada que es el fútbol el que le deja...

--Es que está claro que es así, no me queda otra opción, porque era como golpearme contra una pared. La pena de retirarte por una lesión es que no es una decisión tuya sino que la toman por ti.

--Recuerda cómo empezó el calvario en ese tobillo izquierdo.

--Por supuesto que sí. Empieza todo en el 2017, más de tres años he estado con eso. En un partido de Copa en Alemania, subí en una jugada, giré mal y se me fue el tobillo. A partir de ahí se complicó cada operación, cada recuperación y lo que parecía fácil se fue haciendo más difícil. Al principio, lo que tenía era una subluxación de los peroneos y luego ya fue complicándose al tendón, hubo más cosas y tampoco se sabía por qué se seguía manteniendo el dolor. Hasta cinco operaciones en el tobillo izquierdo he tenido, que no es poco, la verdad es que lo tengo con una buena marca.

--¿Cuándo se empieza a hacer a la idea de que va a ser imposible?

--Hace unos meses. A finales de la temporada pasada seguía con dolor, aunque iba por días, pero podía avanzar en la recuperación. Hice un par de entrenamientos con el grupo en el Wolfsburgo y, en un ejercicio, me dio un pinchazo fuerte. Fue más o menos a finales de mayo. Hablamos con los doctores, dejamos pasar un mes, bajando las cargas, pero el dolor seguía y ahí sí que me di cuenta que iba a ser imposible.

--Ni siquiera la cabezonería de la familia Camacho pudo con esta lesión. ¿Qué le decían su padre o su hermano como exfutbolistas?

--En las operaciones anteriores, la gente me decía que cómo iba a pasar por el quirófano otra vez, les respondía que lo tenía que intentar otra vez, hasta el final. Mi familia, mi hermano y mi padre me decían que lo intentase si me sentía con fuerzas y yo así lo veía. Lo que no quería era arrepentirme de no haberlo intentado, por eso me voy con la conciencia tranquila de que no me ha quedado otra.

--Sale del Real Zaragoza en cadetes, en el 2005, con 15 años y con destino al Atlético de Madrid. ¿Fue difícil aquella decisión?

--Venía de ganar con el Zaragoza el Campeonato de España en una generación en la que mis compañeros tenían un año más, con Ander, con Alcolea, con Álex Sánchez... No es que fuera fácil o difícil, fue una decisión familiar, nos fuimos todos, el Atlético apostó por mí y me fue muy bien.

--Javier Aguirre le da la alternativa en el primer equipo.

--Sí, en la parte final de la 07-08, Debuté con 17 años y esa temporada jugué todos los partidos desde febrero, pero al año siguiente no gocé de la misma asiduidad con Aguirre. Después tuve a Abel Resino y a Quique y llegó la oportunidad en el Málaga,

--El equipo que le sitúa en el primer nivel del fútbol español, ¿no? Casi 200 partidos oficiales.

--Es el equipo que me ha visto ser futbolista de verdad y donde he alcanzado el 90% de mi nivel. Siempre creo que pude hacer más como jugador, pero en Málaga conseguí la regularidad, me hice importante y tuve una etapa larga.

--Que incluyó su debut con España en noviembre del 2014 ante Alemania.

--Fue el año de Javi Gracia en el Málaga, donde logré un nivel más alto en mi fútbol, el mejor curso sin duda de mi carrera. La lástima es que después llegó una lesión de pubis que hizo que mi etapa en la selección se acabara.

--Aún así, el Wolfsburgo paga 15 millones por usted en el 2017. No está mal para un centrocampista defensivo.

Hubo ofertas en los años anteriores, incluso superiores, aunque no salí, el Málaga no me lo permitió. Pude ir por ejemplo al West Bromwich y el club no quiso.

--Antes hablaba de la cantera del Zaragoza y de su salida. 15 años hace de aquello. ¿Pensó alguna vez en volver o no existieron opciones de hacerlo?

--La puerta de ese regreso nunca la cerré, pero lo cierto es que no se dio y no me consta que hubiera opciones. Me habría gustado jugar algún año en el Zaragoza porque tengo allí toda mi familia. Pero, insisto, no se planteó nunca, aunque el fútbol es tan impredecible... Tampoco pensaba que con 30 años me iba a tener que retirar del deporte profesional.

--Hasta los 28 años, cuando su lesión de tobillo le lastró, ¿está satisfecho de su carrera?

--Lo estoy en todos los sentidos. Me siento un privilegiado, por todo lo que he vivido, por lo que he logrado y también por las lesiones y las recuperaciones, ya que para mí son piedras que se te ponen en el camino. Y tienes que derribarlas o luchar contra ellas. Me tomo el fútbol como un ciclo en el que tienes que darlo todo y eso es lo que he hecho.

--¿Y ahora qué? ¿Cómo se siente ya como exjugador?

--Lo primero es que da pena ver ahora a tus compañeros y ver partidos y saber que lo has tenido que dejar, aunque la sensación general sea de satisfacción. Esa impresión me imagino que me durará un tiempo. En lo personal, me quedo en Alemania. Hablé con el Wolfsburgo, me ofrecieron la posibilidad de formarme, de ayudar a las categorías inferiores y de paso ver el tema de la dirección deportiva. Voy a sacarme el título de entrenador y mi idea en un principio es seguir ligado al fútbol, es lo que he mamado desde crío y donde ahora mismo me veo.

--¿No va a regresar a España, a Zaragoza?

--Bueno, mi mujer y yo tenemos un dilema, porque en los siete años que vivimos en Málaga hicimos muchos amigos, estuvimos muy a gusto, el clima es ideal y nos encanta. Es verdad que nuestra ciudad es Zaragoza, pero si volvemos a España iríamos más a la Costa del Sol que hacia el cierzo.

--¿Y al Zaragoza cómo lo ve?

--Fue una pena todo lo que pasó la temporada pasada, el Zaragoza era un claro favorito para subir, pero todo lo vivido en la pandemia le sacudió de lleno y tuvo ese bajón. El playoff después es una lotería y el Zaragoza lo pagó, pero tiene que buscar ese ascenso, porque como ciudad y como club solo tiene cabida en Primera. Los aficionados tienen ese deseo y es lógico ese cansancio por no lograr el objetivo. El ambiente antes de la pandemia era magnífico, ese espíritu tiene que seguir, por mucho que ahora no se pueda ir a los estadios. A ver si este es el año.