Un debut con una goleada por 4-1 solo puede dejar sensaciones positivas. El Zaragoza de Ranko Popovic deparó un buen sabor de boca, goleó a la Ponferradina, que llevaba siete jornadas sin perder, recuperando el espíritu y exhibiendo una pegada demoledora, al margen de generar por fin algo de fútbol, aunque solo fuera durante 50 minutos. Una victoria que, además, le devuelve a la zona de promoción de ascenso, a la sexta plaza. El estreno del entrenador serbio, en una Romareda en la que el césped aguantó bastante bien la mucha lluvia caída, trajo un cambio radical por ahí. Del mortecino espectro que se vio en Los Pajaritos de Soria, de las cuatro jornadas sin ganar, al notable Zaragoza del primer acto va un abismo, aunque es verdad que tras anotar el cuarto gol el equipo concedió mucho a su rival, se vino abajo. Por ahí, en esa inconsistencia, está la mejoría.

Ese tramo final del encuentro dejó un sabor amargo, porque el Zaragoza no puede mostrar un nivel defensivo global tan pobre. Sea por el bajón físico, por la mala gestión de los cambios, ya que el partido pedía a gritos a Tierno para tener más balón en la medular y Popovic optó por Jaime, o por la relajación de verse con una ventaja tan clara, pero el caso es que el final del choque siembra dudas, porque el Zaragoza necesita ser más consistente, ya que otros días no tendrá tanta lucidez en ataque como la que exhibieron Pedro, Álamo, Borja y Eldin, autor por cierto de un soberbio gol de vaselina.

Pero esas nubes no deben tapar en demasía la brillante primera parte que soltó el Zaragoza. La Ponferradina es un enemigo consistente, pero en el primer cuarto de hora bien pudo encajar hasta cuatro goles. Eso no es solo pólvora, que el Zaragoza tiene mucha, sino también fútbol. Se encontró con un gol madrugador que Andy marcó en propia puerta en un saque de falta de Pedro en el que el meta Prieto ayudó y mucho, pero el propio Pedro, en dos ocasiones, una al palo, y Eldin, después de una gran acción de Álamo, pudieron y debieron aumentar la renta.

GRAN ARRANQUE

El Zaragoza se sintió bien en el arranque, con Galarreta participativo, con la capacidad de asociación de Eldin en la mediapunta y con la valiosa ayuda de Pedro en esa faceta, ya que sus diagonales hacia el centro descosieron al rival. La Ponferradina, apoyada en la clase de Andy y en el peligro de Yuri, se intentó levantar y lo consiguió en una mala salida del nervioso Whalley, en la que Lolo tapó el remate de Berrocal a pase de Carpio. Un disparo del brasileño, muy superior a Lolo en el uno contra uno, y un posible penalti con esos mismos actores pusieron fin al intento visitante por frenar al Zaragoza, que en el último cuarto de hora volvió a dejar clara su superioridad.

Con una buena presión, con una adecuada ocupación de espacios y con un fútbol muy vertical cuando el balón llegaba arriba, sin el manido recurso del pelotazo que tanto se vio con Víctor Muñoz, el Zaragoza sentenció el choque con dos zarpazos. Lo hizo en un perfecto cabezazo de Borja a centro de Álamo en una acción que inició Galarreta con un buen cambio de juego y en un remate de Pedro, el mejor del espectacular ataque zaragocista, llegando desde atrás, su especialidad, después del disparo de Borja tras una acción llena de fe de Álamo en la lucha por el balón ante el flojo Alan Baró.

Se llegó al descanso, con 3-0, con la ovación de La Romareda hacia sus jugadores por el fútbol mostrado, tanto al retirarse a vestuarios como en alguna jugada anterior, donde se vio al equipo más cómodo con el balón que en las 14 jornadas anteriores... Juntas. La Ponferradina buscó la reacción con un planteamiento más ofensivo, con Tete y Rueda para ganar velocidad y fútbol y retrasando a Andy al eje para dejar a Paglialunga, de desapercibido regreso a La Romareda, como único pivote. Y lo primero que se encontró fue el cuarto gol zaragocista. Una obra de arte en forma de vaselina de Eldin tras una recuperación de Pedro. El bosnio aún mandó un balón al larguero entre el delirio de la grada tras una buena acción de Álamo.

Sin embargo, con 4-0, el Zaragoza se disolvió como un azucarillo. Marcó Yuri tras un mal despeje de Cabrera, Pedro, muy activo en las coberturas, sacó una clara de Sobrino, y Fernández evitó otra de Yuri, que mandó un balón al larguero tras una cantada en un córner de Whalley, que antes había hecho dos buenos despejes. La Ponferradina pudo meter el miedo en el cuerpo a un Zaragoza incapaz de dormir el partido, de tener el balón en el tramo final, donde los cambios no ayudaron a cerrar el encuentro. Por si fuera poco, Dorca y Cabrera vieron la quinta amarilla en un tramo final que exige reflexión.

Pero ese desvanecimiento, que también habla bien de la fe de la Ponferradina, queda mitigado por la goleada, por la brillantez en la pegada y por la recuperación del espíritu además de una mayor asociación, de una mejoría con el balón. Es solo el principio, claro, pero la nota del estreno solo puede ser buena.