Por tercer año consecutivo el Real Zaragoza no ha colocado a ningún jugador de su cantera entre los 55 finalistas de mayor talento del fútbol nacional de entre 16 y 20 años. Mientras tanto, el equipo de División de Honor juvenil ha pasado las de caín para mantenerse y el filial está en Tercera, donde ha hecho una notable temporada y peleará por el ascenso, aunque el nivel de la categoría es el que es. Esta semana, como consecuencia de las sanciones conjuntas de Roger y Henríquez, la cantera ha vuelto al primer plano. El miércoles, en el primer entrenamiento táctico de la semana, Víctor Muñoz ensayó con Diego Suárez en la punta del ataque, lo cual no quiere decir que el puesto del domingo finalmente vaya a ser para él, aunque efectivamente es una posibilidad.

En una temporada en la que el Zaragoza cuenta con la peor plantilla cualitativamente de las últimas décadas, casi ningún futbolista de la Ciudad Deportiva ha logrado asentarse en el primer equipo, y el único que lo ha hecho, Rico, ha estado en cuestión por razones defensivas en numerosos partidos. Nunca fue más fácil que ahora dar el salto de abajo hacia arriba.

Sin embargo, el hondo declive de la SAD, institucional, económico, profesional, de actitud ante el trabajo y deportivo, se ha extendido también a las categorías inferiores, donde las cosas terriblemente mal hechas durante el mandato de Agapito Iglesias están dando su único fruto posible: ninguno. Tristemente, la Ciudad Deportiva es un fiel reflejo del estado de decrepitud del resto del club.

Nos podemos poner más románticos o menos, más noveleros o menos, pero la cruda realidad es que abajo hay ahora casi tan poco como arriba. Si los hubiera, con una competencia así de pobre en la plantilla profesional en Segunda, esta temporada varios jugadores se hubiesen abierto paso a cañonazos.