Por devoción o por obligación, que un poco de todo ha sido, la Ciudad Deportiva se ha convertido durante los últimos años en un vivero ininterrumpido de buenas noticias y de futbolistas de valor. Jugadores que crecen, se desarrollan, se consolidan a un alto nivel y le producen al Real Zaragoza un triple atractivo: la alegría por ver cómo una simple semilla se convierte en un delicioso fruto, un rendimiento deportivo notable con todos sus beneficios y, en caso de necesidad, como ha sido el caso con varios de ellos por la complicada situación financiera del club, transformándose en activos de mercado con cotizaciones de seis ceros. El último jugador que ha recorrido todo ese trayecto hasta su afianzamiento con galones en el fútbol profesional ha sido Guti. Ahora mismo, pilar fundamental en la estructura táctica de Víctor Fernández, un chico todavía joven (23 años) y con toda la carrera por delante, con posibilidades grandes de progresar y objeto de deseo de equipos de Primera División.

Más que nunca, el Real Zaragoza está ahora mismo en la mejor disposición para cumplir con el sueño del ascenso y abandonar la Segunda División después de siete temporadas atrapado entre sus arenas movedizas. Cuando la Liga se reanude tendrá por delante un esprint de once jornadas (33 puntos en disputa), que afrontará con cinco de renta sobre el Almería y el Huesca, tercero y cuarto respectivamente. Si el equipo consuma la aventura con éxito, el futuro de Guti y de toda la Sociedad Anónima cambiará de forma manifiesta. El proceso ya no será siembro, riego, recojo y vendo sino que podrá ser siembro, riego, recojo y disfruto de los jugadores que genere la Ciudad Deportiva.

Por el momento, el Real Zaragoza ha hecho cantera durante los últimos seis años y con la cantera, cartera. Así lo ha obligado la coyuntura económica y la debilidad financiera de la entidad. Ha sido así con chicos aragoneses moldeados en los campos de la carretera de Valencia y con otros incorporados en edades jóvenes y acabados de pulir allí. Vallejo, Diego Rico, Sergio Gil, Soro, Pep Biel o Pombo son algunos de los ejemplos. Por Vallejo, el club recaudó 5,1 millones (seis en total porque en el traspaso del 2015 al Real Madrid estuvo incluido Darío Ramos, valorado en 0,9 millones), por Diego Rico en el 2016 el Real Zaragoza percibió un millón de euros del Leganés, que posteriormente se vieron incrementados en 375.000 por el mecanismo de solidaridad cuando los madrileños lo vendieron al Bournemouth por 15 millones. Rico había llegado a coste cero de la mano de Ander Garitano. Ese mismo verano, Sergio Gil se marchó al Lugo en una salida polémica y mal gestionada. A cambio, unos 150.000 euros.

La fábrica zaragocista ha seguido creando productos de enorme interés y, ya más cerca en el tiempo, Alberto Soro y Pep Biel siguieron el camino de sus excompañeros. El balear por 4 millones de euros fijos más uno en variables (500.000 ya no se ejecutarán porque estaban condicionados a la clasificación pasada del Copenhague para la Champions, que no llegó) y el ejeano, de viaje hacia el Bernabéu por 2,5 millones de euros. Todavía no está confirmada su venta, pero si el Cádiz consuma el ascenso a Primera, tendrá la obligatoriedad de comprar a Pombo por cerca de 1,2 millones.

Casi 14 millones ya recaudados y que superarían los 15 con Pombo. En la recámara, en un lugar preferente ganado sobre el césped, se han asentado ahora otros jugadores, principalmente Guti, que cuenta con el interés del Betis, Villarreal, Valencia y Espanyol. Su cláusula se sitúa en diez millones en Segunda y veinte en Primera, donde su continuidad estaría garantizada. Junto a Guti, Nieto o Clemente también han asomado en la élite. Y vienen muchos otros, como Francho, Baselga, Nick o Carbonell. Romper la barrera del ascenso. Ese es el objetivo ahora para que las ventas se reduzcan y los traspasos se conviertan en largas carreras en el Real Zaragoza.