La apuesta por la cantera en el Real Zaragoza es muy real. Lleva años alejándose de la simple palabrería que imperaba en el pasado y no solo se está trabajando con maestría y atino en los más altos niveles, ya que esa buena labor se extiende a la base. Y los frutos llevan mucho tiempo viéndose.

La cantera blanquilla es objeto de deseo. Clubs más potentes que el aragonés tienen sus ojos puestos y bien abiertos en la Ciudad Deportiva, de donde no dejan de salir talentos. Ahora bien, esa buena salud contrasta con la debilidad del Zaragoza. Por un lado, sus maltrechas arcas obligan a vender futbolistas de forma asidua y la principal vía de ingresos en forma de traspasos está llegando desde la base. Por otra parte, que el primer equipo en Segunda también influye.

El último caso que ha hecho saltar las alarmas zaragocistas es el de Luis Carbonell. Es, sin ninguna duda, una de las mayores perlas actualmente de la cantera. Un futbolista diferente, con magia y diferencial. La Lazio, como adelantó este diario, ha ofrecido de primeras 100.000 euros por la cesión del atacante y una opción de compra que supera el millón, pero el Real Zaragoza la ha rechazado. Eso sí, el club italiano va a mejorar esa propuesta, la Roma también está al acecho y el Barcelona, que siempre se ha mostrado muy interesado en el jugador, aún no ha movido ficha.

Es el pan nuestro de cada temporada y hay muchos jugadores que han salido de la Ciudad Deportiva en los últimos años. Algunos de ellos están en primera línea de fuego y han llenado la hucha zaragocista, otros no han tenido tanta suerte y otros todavía están en edad de crecimiento y progresión, encontrando su sitio.

Éxodo

Ahora comparten equipo (el Granada) dos blanquillos de pro como Vallejo y Soro, que fueron vendidos al Real Madrid por 5,1 y 2,5 millones de euros respectivamente. Son dos de las mayores ventas de canteranos de la entidad, aunque ambos jugaron con el primer equipo blanquillo. Por su parte, siguen en el Zaragoza Raúl Guti y Nieto, pero podrían dejar el club si llega una buena oferta. A ellos hay que sumar a Pombo, al que ha comprado el Cádiz por 1,2 millones de euros, o Sergio Gil, que se fue al Lugo en el 2016 por 150.000 euros.

Similares pero no iguales son los casos de Diego Rico y Pep Biel, que fueron traspasados después de haber llegado al filial y de subir al primer equipo. El lateral se fue al Leganés por un millón (aunque después cobró 375.000 más por el mecanismo de solidaridad del Bournemouth) y el balear, al Copenhague por cuatro kilos.

Otras perlas en edad de formación abandonaron en su día la disciplina blanquilla. Mateo Mejía se fue el curso pasado al Manchester United por 150.000 euros, algo menos de lo que pagó el Manchester City por Paolo Fernandes, recién firmado por el Castellón, cuando tenía 15 años. Pero hay más. Buenacasa (Mallorca) se marchó en cadetes al Barcelona y en juveniles a la Juventus. A los bianconeros directamente se fue por 450.000 euros Héctor Otín (Teruel); Darío Ramos (Getafe B), al Real Madrid por 900.000 euros; Manu Morlanes, que salió hacia el Villarreal junto a Álex Millán; y uno de los últimos casos ha sido el de Luis Forcén, que se ha ido libre al Atlético de Madrid. Aparte, en edad de formación se han marchado en los últimos tiempos jugadores como Daniel Martínez, Adrián González, Hugo Buyla, Juan Hernández, Sidney So Delgado, Iker Gil, Alastuey, Álvaro Sanz, Antonio Sola o Marc Cucalón. Todo un éxodo.