Ya lo ven. Con el partido de Socuéllamos de la Copa del Rey por el medio, medio estorbo, y con el atractivo encuentro del domingo en El Alcoraz ya en el horizonte, cierre de la primera vuelta de la Liga, el Real Zaragoza ocupa la tercera posición a tres puntos del Almería, segundo en ascenso directo, y atraviesa un momento anímico y futbolístico realmente convincente. El equipo se ha rehecho después de caer puntualmente en la clasificación y extraviarse en el juego como consecuencia de las numerosas vicisitudes que le han ocurrido en estos meses: la baja indefinida de Dwamena, las continuas lesiones en futbolistas muy importantes, el bajísimo rendimiento de hombres considerados claves al inicio de la temporada y la tardía respuesta de varios de los jugadores de la segunda unidad en momentos coyunturales.

Con todo ello y a pesar de todo ello, la vida misma, Víctor Fernández ha sido capaz de reencontrar el camino por una vía algo diferente a la que había trazado en las jornadas iniciales, con matices tácticos distintos. Han sido determinantes varios factores. Primero, la capacidad de reinvención del entrenador y su constante búsqueda de soluciones a los problemas que se le han ido planteando. Y después, el empuje colosal de dos piezas decisivas en la estructura colectiva, Luis Suárez con su espíritu apoteósico y sus valiosísimos goles y Guti con su fútbol total, así como la llegada luminosa de Javi Puado, la sensible mejoría de Alberto Soro y, por supuesto, la respuesta afirmativa de varios de los hombres de banquillo convertidos en titulares, en una u o otra ocasión o de modo continuado, por la fuerza de las bajas: Ratón, Guitián, Javi Ros, Álex Blanco o Delmás.

Buscando, buscando, Víctor Fernández ha dado con una formación purificada, tremendamente joven y con una fuerza física espectacular, capaz de imprimir un ritmo de juego alto a los partidos. El resultado han sido mejores resultados, la recuperación en la tabla y actuaciones dominantes e incluso con instantes de brillantez futbolística. Al poco de acabar la primera vuelta, el Zaragoza va otra vez bien. La Segunda División es muy cambiante, su fisonomía variará también después del mercado de enero, pero la buena línea está nítidamente trazada. Era la primera tarea que la temporada exigía para soñar con un final feliz y está de sobras cumplida.